Google+ Raúl Acosta: Narcotráfico: revisemos la prohibición

martes, 25 de febrero de 2014

Narcotráfico: revisemos la prohibición

Entrevista a Marcelo Fabián Sain, Diputado por Nuevo Encuentro para la provincia de Buenos Aires

- Sain, estoy diciendo hace mucho tiempo que uno de los problemas de la república Argentina es que muchos de los actores políticos tienen el siglo XX en la cabeza y no han logrado entender de qué narcotráfico, dinero del narcotráfico es uno de los grandes temas del siglo XXI a resolver. Y si no lo entienden como un problema integral a estos actores políticos les resulta muy difícil tratar de resolverlo y mucho menos acusar a nadie. ¿Cree usted que este es un tema de abordaje múltiple?

Una aclaración previa en función de lo que usted señalaba. Me da la impresión a mí que la preocupación central de la política sobre estos temas, sobre los que conocen poco porque históricamente le han dado el manejo de estas cuestiones a la policía y hasta ahora la policía lo venía gestionando con bastante eficacia política, en el sentido de que estos asuntos no escalaban a nivel de crisis política, ha hecho que entiendan poco de la complejidad y la envergadura de este tema; además la cobertura oficial de estos temas durante los últimos años, exitosa hasta hace un tiempo atrás, impidió que tanto la sociedad como la política comprendieran que se estaba transformando este mundo criminal, y hoy cuando esto aflora y la regulación del propio Estado, el control policial, legal o ilegal, ya no da abasto para poder contener esa complejidad, nos encontramos con el problema.


-¿Puedo decirle diputado?

Sí, como no.

-Uso su palabra. Usted dice que al policía combatía de modo exitoso y ahora no es exitosa la policía. ¿Por qué?

No, no combatía, regulaba de modo exitoso. Exitoso porque manejaba sin que escalara al nivel de crisis política. No que luchaba contra el narcotráfico, ¿de acuerdo? Ejemplo, la policía santafesina viene manejando el narcotráfico desde hace más años, pero hasta ahora lo había hecho exitosamente, en el sentido de que lo que le reclamaba la política oficialista del gobierno, y después el socialismo, era que estos hechos no supusieran crisis política. Ahí está el quiebre.

-Déjeme plantear un escenario diferente, para ver dónde estoy equivocado yo. Opino lo siguiente: esto es una gradación, va escalando y al no encontrar desde el punto de vista de la resolución política un mural sólido, va probando. Los dineros del narcotráfico en la región están dando vuelta hace mucho tiempo. Y supongo que en el resto del país también. Y si estos dineros comienzan a blanquearse yo creo que le dan un costado impune a quiénes son gerentes, o como quiera llamárselos, de la droga. Me parece que los políticos están flacos en ese tema y la policía quedó sola.

Comparto todo su análisis, menos que la policía no tiene nada que ver.

-¿Me permite un agregado? Quedó sola porque no tuvo una dirigencia política que le dijera ‘hasta acá llegás’. Yo no creo en la policía inocente, creo en una policía buena y mala, como todo.

Coincido con usted. Yo creo que hay un problema muy serio de gestión política en estos temas. Además la política no ve en esto algo a lo que pueda sacar rédito, sí que le puede generar costos. Entonces los que hace en realidad la política es una gestión de riesgo, una gestión de costos más que un abordaje integral de esta cuestión. Porque además hay un problema serio: abordar esta cuestión integralmente implica acordar con la oposición, porque requiere instrumentos institucionales que inevitablemente requieren acuerdos políticos de base, por ejemplo, la aprobación de una ley que de nuevas estructuras policiales o de inteligencia en esta materia, un nuevo sistema de presupuestación sobre estas cuestiones, adecuaciones judiciales que implican también acuerdos con el Poder Judicial. Requiere un esfuerzo institucional que no es común en la clase política argentina en estos temas, entonces termina predominando dentro de lo que es la clase política argentina la necesidad de ir tapando la cuestión más que encarar la cuestión. Agrego un tema más, la clase política argentina intuye que la resolución institucional de estos temas lleva un tiempo largo, un tiempo que en general supera los calendarios de un gobierno.

-Planteo: usted dice un acuerdo, y es tan elemental que me asombra que los políticos no lleguen rápidamente a ello, pero también vemos que Gils Carbó dice una cosa, un Murray dice otra y que un juez provincial diga otra, es también culpa de los políticos.

La responsabilidad es prioritaria y únicamente política de conducción de estas cuestiones. Ahí yo veo el problema: ¿cuál es el momento en el cual se va a producir un cambio institucional que permita un acuerdo entre sectores políticos? No es solamente un atributo de la provincia de Santa Fe, lo estamos viendo en otras provincias.

- Citaba Santa Fe para que los oyentes entiendan de qué hablamos.

La ventaja que tiene eso es que la discusión y la interpretación de los operadores de un fuero y de otro, ellos tiene que resolver en algún momento y lo hacen institucionalmente. En cambio, en el plano de la política, vos te encontrás con que en realidad tenés que acordar una institucionalidad de los desafíos que se tienen que llevar adelante, porque de todas maneras la policía sigue funcionando, sigue habiendo acuerdos y, lo más importante, el crimen se desarrolla.

-El ejemplo que baja de los actores políticos es ‘delinquí que esto se arregla’.

Yo invito a que hagamos una lectura donde no hagamos un contrapunto entre el mundo legal y el mundo criminal, porque está todo muy mezclado. El mercado ilegal de drogas en Argentina está fuertemente determinado por una ampliación de niveles de consumo de niveles medios y altos. Sectores que no son vistos a sí mismos como ligados al mundo criminal en realidad consumen el servicio en un mercado ilegal. No es el mundo criminal que abastece de cocaína al mundo criminal, es el mundo criminal que abastece de un producto prohibido a la sociedad común. Además, parte de la rentabilidad de este universo se mezcla con la economía informal, que es muy amplia. Por ejemplo, estamos observando un fondo de inversión de sojeros, que están en la marginalidad económica y que su origen está en la producción agropecuaria se mezclan con fondos del narcotráfico para construir parvas de edificios de departamentos en la ciudad de Rosario que no se usan. La pregunta que yo hago: yo liquidé una cantidad de soja, no la declaré al Estado y tengo 500 mil dólares, la voy a trabajar y voy a construir en un fondo de inversión dos pisos de un edificio, ¿podemos hacer una distinción entre mundo criminal y mundo honesto?

-Déjeme que sea cínico: yo no sé si no estamos yendo a una regionalización de la droga, una latinoamericanización de la droga. Latinoamérica tiene que hablar de eso, no sólo Argentina.

Latinoamérica y el mundo. La producción de cocaína en América Latina, no existiría si no existe mercado como el europeo y mercado como el norteamericano. Es un problema mundial, no de América Latina. Y después, como todo negocio económico, tiene su formación dependiendo de las condiciones en donde se puede desarrollar. No veo en eso ningún problema desde el punto de vista de lo que es la trasformación del fenómeno criminal como cualquier emprendimiento social, sea legal o ilegal. ¿Por qué en grandes ciudades de Argentina la comercialización de cocaína, por ejemplo, están dadas por laboratorios donde se produce la etapa final de cocaína? Porque los grupos locales aprendieron a producir cocaína, cuentan con precursores químicos y al mismo tiempo es más fácil comprar la pasta base en este origen que traer el producto final acá. Con lo cual tenemos una transformación del fenómeno económico, no veo que haya que alarmar, lo que hay que hacer es conocerlo, estudiarlo y ver cómo incide en la visión global del narcotráfico en nuestro país. A mí me preocupa eso, no me preocupa la cocaína que viene de Bolivia, pasa por Argentina y termina en Sudáfrica o en Europa. No es que no me preocupe en términos generales, me parece prioritario lo primero y secundario lo segundo. Para ciertas agencias norteamericanas, por ejemplo las agencias consultadas por el gobierno santafesino, les preocupa mucho más el tráfico internacional por territorio argentino que lo que pasa aquí adentro. En Argentina no tenemos prioridades porque no tenemos políticas soberanas.



-Sain, hay un tema que me gustaría que revisemos, que es rigor legal. Usted dijo, y muy bien, que puede ser que en un edificio de la costa dos plantas las pague el narcotráfico y otras dos plantas la pague la soja, la venta ilegal; pero si hay venta legal no hay evasión de la soja y no va a haber dinero negro puesto allí. Ese rigor legal, ¿no tiene que ser una cuestión nacional y definitiva?

Sí, por supuesto. De todo el mundo tiene que ser, de la sociedad también. No es un problema del Estado. Si procuramos legalidad solamente a partir de la acción estatal como sociedad estamos destruidos.

-Sí, pero no me venga con que la sociedad está equivocada. El gobierno tiene que bajar la primera línea.

Estoy diciendo que cuando en Europa, sociedades que han estado destruidas 50 años atrás, hoy cumplen la ley sin necesidad que haya un control de Estado para hacer cumplir la ley, y es porque hay una valoración social sobre la ley como no hay en ningún país de América Latina.

-Ese es el diagnóstico, pero hay que arrancar de arriba.

Yo no tengo ninguna duda de que ahí está el órgano rector. Pero como sociedad deja mucho que desear que yo cumpla las leyes de tránsito porque tengo un Estado fiscalizador y no porque en realidad entienda que es un gran negocio social cumplir la ley. Hay sociedades que están más atadas al cumplimiento de la ley que otras. A eso me refiero. En Rosario hay mercado de cocaína porque los sectores medios y altos no vinculados al crimen consumen, si no quién va a consumir la cocaína.

-Sí, pero eso sería acordar que el enfermo o adicto es culpable de esto y no el Estado que lo permita.

El ingreso del mercado es el consumo social. Es para poner las cosas en su lugar, sino creemos que el consumidor es un criminal, y no lo es.

-Pero no le carguemos la culpa.

Obvio. Claro que sí. Estoy completamente de acuerdo. Por eso algunos estamos pensando en el camino de la revisión de la prohibición como estrategia de control de eso.

-Hablaba de rigor legal. Y en ese sentido, el brazo ejecutor de cualquier ley es el cuerpo policial del rango que se trate. Y por allí está otro de los líos que tenemos.

La repulsión de ciertos sectores sociales a la aplicación de la ley por parte del Estado. ¿Sabe qué? Una sociedad se muestra como es en lo que refiere a la ley en como maneja autos, por ejemplos. Hay 20 veces más muertos por accidentes de tránsito que por delitos dolosos, y el 70% de los accidentes de tránsitos son por máximas por encima de las permitidas, lo cual da cuenta de infractores y de un Estado que no controla. Esto nos muestra como sociedad. Ahora, no nos alarman los muertos fatales por accidentes de tránsito y sí nos alarman las personas muertas en delitos dolosos. Hay un problema social severo.

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