Google+ Raúl Acosta: Taxistas, nostalgia y peligro

miércoles, 19 de marzo de 2014

Taxistas, nostalgia y peligro

(Publicado en diario La Capital, miércoles 19 de marzo de 2014)

Merceditas, tacho, parada, tripa y bandera. Parte de la mitología del taxímetro, del auto de un privado brindando un servicio público, se ha perdido.

En la segunda presidencia de Perón (1952 hasta 16/9/1955) un convenio trajo un modelo (en rigor tres) de autos Mercedes Benz. Combustible: gasoil. Un millón de kilómetros sin abrir el motor. Trepidaban los autos, mucho calor en verano. Arrancaban y no paraban y no paraban. Estacionados en la puerta del Bar Sol de Mayo, los conductores tomaban el café y el auto regulaba y tosía sin detenerse. Los Merceditas no están más; hoy a los 200 mil kilómetros sin molestias en el motor se festeja la suerte. El Estado ya no brinda autos buenos, iguales y con facilidades de compra.

La palabra "tacho" viene de los viejos relojes redondos, relojes como tachos, tachos relojeros. Tachos. Cambió mucho el reloj, la tecnificación permite, sin que se cumpla, que se imprima un ticket con el costo del viaje y se sepa la recaudación del día, del mes, del año. La tecnología reemplaza aquellos viejos relojes en los que se oía el tic-tac y la tripa retorciéndose. Tachos.

El mecanismo que se combinaba con el rodaje, se denominaba mecanismo "de tripa". Un vástago cubría el trayecto desde el rodaje hasta el reloj, indicando cuando girar el engranaje y que cayese otra ficha. Las fichas, numeradas, formaban un número real, el costo del viaje.

Los relojes, para empezar a funcionar, debían ser iniciados. Una palanca, con una señal rectangular, pintada de rojo, iluminada o no, iniciaba la cuenta. Se bajaba la bandera. Cuando se habla de la bajada de bandera se habla del número con el que arranca el reloj del taxímetro. Los taxis, literal y metafórico: ya no tienen bandera.

Los taxis solían esperar en "la parada". La parada era oficial o de costumbre. Rosario Norte era oficial, como Estación de Colectivos. Hospitales. Esquinas clásicas era de costumbre. Respetar las paradas entraba en el código de lealtad del tachero, el que maneja el tacho. La lealtad es una palabra que tiende a desaparecer del diccionario. No solo en los tacheros.

En Rosario Norte había Mateos, los primitivos coches de alquiler tirados por caballos. Algunos heredaron taxis desde ésa época. El servicio público brindado por un privado "debería", pero no tiene una legislación única. Los hay que tienen horas ilimitadas, los hay que no. Hasta hace poco había litigios y herencias discutiéndose, entre los bienes, una chapa patente de taxi. Ridículo. Ridículamente cierto.

Los que manejaron un mateo de su padre y ahora manejan un taxi deberían estar jubilados. No se puede tanto. Siguen conduciendo. Ganándose el pan. Llevamos varias décadas perdidas sin que triunfe la Justicia Social.

Un control formidable, cuya ausencia avergüenza, es el que se lograría si todos los conductores estuviesen "bancarizados". Un empleado que cobra por una "cuenta sueldo" en un banco es trabajo limpio, digno, honesto. Cualquier discusión, ya sea salarial, de permisos, aumentos o facilidades, como pagar con tarjetas bancarias el viaje, no tiene sentido sin el honesto comienzo: todos los empleados en blanco. Partir de la mentira y la trampa trae mas mentiras y trampas ¿Es que no lo ven o no lo quieren ver?

Diversas administraciones municipales otorgando, sin recaudos, chapas patentes para convertir autos particulares en un servicio público, sin un plan regulador original, mesurado, convirtieron al servicio en un entramado donde diversos autos, de diferentes marcas tienen comodidades que ya no son. Muchos dueños de flotas que no son declaradas como tales y desaprensivos dueños que los usan un rato si, otro no, terminan por complicar un servicio que se repite, es público.

Hay un taxista "malo". En ojotas y pantalones cortos, con la camisa abierta, el chofer de un pequeño automóvil de alquiler cuyo baúl está ocupado por el sistema de Gas Natural Comprimido, con el asiento posterior hundido, sin cinturón de seguridad ni aire acondicionado, con el respaldo sin el cabezal, y sin limpieza en esa cabina, es el límite del control. Es el descontrol. Un servicio público prestado por privados tiene un solo responsable: la administración municipal. Años y años de vista gorda, han fabricado un gordo desorden. Resolverlo es eso, sin parches, resolverlo acorde al siglo XXI.

Un cuchillo de mesa, un "tramontina" sobre la yugular de un conductor que no está legalizado y en blanco, es lo mismo que sobre uno con todos los papeles en regla. La vida es otra cosa. Es preciada, es única, es el Estado quien debe preservarla y la sociedad quien debe cumplir las leyes para ayudar en esa preservación. No hay respuesta segura para el chofer asaltado, como no hay consuelo posible para los familiares de un chofer muerto. Por las calles el "miedo urbano" es el pasajero permanente.

La Región Rosario (el tema enoja, pero somos una Región, la Región Rosario) necesita leyes comunes, permisos unificados, controles similares. Y respuestas siglo XXI a la vida, con la que no se juega. Y la ley, que no es bueno esquivar.

No hay muchos responsables de la seguridad. La cadena es municipio, provincia y nación. Y de la calidad del servicio uno solo. El Municipio, con sus dos poderes. Ojalá, algún día, la regulación corresponda a "la Región Rosario". De la muerte de un taxista somos todos responsables. Siempre.

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