Google+ Raúl Acosta: La muerte de Cristina Fernández de Kirchner.

jueves, 4 de septiembre de 2014

La muerte de Cristina Fernández de Kirchner.

Editorial de La Vereda de Enfrente


"Ojalá suceda dentro de cien años. Y ojalá esté yo para hacerle una necrológico"



La muerte de Cristina Fernández de Kirchner. Ojalá suceda dentro de cien años. Y ojalá esté yo para hacerle una necrológico.

Ojalá suceda dentro de cien años y ojalá esté yo para hacer una necrológica.

Pero en algún momento, como todos, se va a morir. Y entonces habrá que juzgar por los hechos, por lo que se dijo, por lo que quedó, por los amores y por los odios.

Hay un ejemplo en estas horas fenomenal, que es Mauricio Macri haciendo una necrológica a Gustavo Cerati. Y cualquiera de aquellos a quienes les gusta, o les gustaba o les gustará, Gustavo Cerati no tienen la misma predisposición para escuchar lo que dice alguien de la música sobre Cerati que lo que dice Mauricio Macri. Esto es porque depende el sitio desde donde se hable de una persona, es lo que se dice; y depende el sitio desde donde se escuche a quien habla sobre esa persona, es lo que se entiende.

Periodísticamente soy, no una leyenda, pero sí uno de los más veteranos que está dando vueltas. Y mientras dos neuronas funcionen y un comerciante pague un aviso, allí seguiremos. Una de las últimas muertes a las que asistí o en las que estuve comprometido como persona llana y de la calle, fue la muerte de Evita, porque por la edad yo estaba vivo pero no era ni aprendiz de periodista ni nada por el estilo. Y esa muerta me indicó que los amores y los odios son fundamentales y que la muerte no los cambia. Aprendí de muy chiquito que la muerte no beneficia ni glorifica sino que fabrica más mentirosos. Pero aquel que odia seguirá odiando, y aquel que ama seguirá amando. La muerte de Evita y la franja negra, el luto en el brazo del saco fue parte de una folclórica mitología jodida, permítame la palabra, de aquel primer peronismo. El primer peronismo obligó a que la muerte de Evita se convirtiese en un hecho sacro. Sagrado. Caramba. Paraban a las 20.25 las trasmisiones de todas las emisoras de la radio, sonaba un top y decía: “20.25, hora en que Doña María Eva Duarte de Perón pasó a la inmortalidad”. Con eso el populismo -aquel primer populismo- y su folklore -aquel primer folklore- ponía un ícono, hasta ahora, imposible de suplantar.

Después las muertes que vinieron, en mi caso, pertenecen al laburo periodístico. Cómo olvidar la de Perón. El 1º de Julio del 74. Ya en este siglo con Armentano, el arquitecto, y usando material que yo tenía –que eran las tapas de los diarios y cómo reflejaban la muerte de Perón- hicimos un inmenso trabajo, una gigantografía que estaba en la casa de gobierno en calle Santa Fe, Balcarce, Moreno, San Lorenzo. Que cuando llegó el gobierno socialista vaya a saber dónde la llevaron, porque era un buen trabajo pero era un trabajo peronista y esas cosas ya se saben. Del mismo modo que desaparecieron de la pequeña salida del balcón sobre calla Santa Fe, casi Moreno, en donde estaba la llegada de Evita a ese balcón.

Lo indico porque también es un indicador que la muerte y la distancia y los años no arreglaron nada. Como no arreglaron nada para Balbín. Como no arreglaron nada para Alfonsín. Como hoy está muriéndose, sin que nadie se entere, Antonio Caffiero. Que algún día dirán: “se murió”. Como Natale, como Carballo. Cada uno de los muertos es, en sustancia, una posibilidad de revisar todo el pasado, plantarlo con la memoria en el hoy día y ver hasta qué punto nos influencia, nos pertenece o no.

Es cierto que de algunos quedan nada más que detalles o anécdotas. Carballo es uno de los que dio vuelta esta ciudad. Junto con Culaciati es uno de los que dio vuelta esta ciudad. Realmente la dio vuelta. Pero ¿quién se acuerda de Carballo? Solamente alguien que camino por 27 de Febrero y pregunte “¿cómo era esto?”, o camine por Avenida Alberdi y pregunte “¿cómo era esto?” puede en sustancia pensar cómo era una ciudad y cómo era una región antes de que alguien la pensase de otro modo. Porque los hombres públicos lo que tiene es eso: la capacidad de cambiar la situación.

Con los hombres de la música nosotros venimos desde Gardel. Gardel no es un muerto más. En 1935 muere Gardel, y cuando hoy alguien dice “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando” está haciendo referencia a un Gardel lepera, es el brazuca que escribió que era de verdad el administrador y el jefe de prensa y dijo “voy a escribir” y le queda tan fastidioso que dijo que no iba a ver las películas con sus argumentos ni escuchaba las canciones. Pero era 1935. Cuando murió Borges algunas ediciones lo decían con grandes títulos y otras “sin Borges”, indicando que el mundo iba a seguir sin Borges. Como fue la mejor tapa, para mí, la de Crónica que puso una sola palabra cuando Perón: Murió. Y con eso tenía que alcanzar. Y alcanzó.

La banda a la que pertenece Cerati, más allá o más de lo que digan los biógrafos o aquellos que saben de música, para mí hay allí una especie de parnaso que es el que verdaderamente ocupan muchos de ellos. Luca Prodan. Caramba. Calamaro era otra cosa, es una muestra gratis de Miguel Abuelo, o un nieto sordo de Miguel Abuelo. Tanguito, aunque le joda a Lito. Moris, aunque le joda a Lito es importante. Spinetta y Charly, de los cuales está vivo Charly. Lito es un brillo colateral al rock, con La Balsa, como Fito Páez es un brillo colateral con “Un vestido y una flor”. Pero para repetir esta historia haría falta Tanguito, que se murió, y Cecilia Roth, que como musa inspiradora desapareció. Papo, es un buen preparador de actores pero mal actor. Y Manal es como Job de la Biblia, todo lo que Dios le dio después se lo quitó, pero no se lo puede borrar del libro sagrado. Del mismo modo que la música pop tiene un final cuando Lennon y McCartney dicen adiós y Lennon desaparece.

Todas estas figuras, puestas en biografías, terminan a favor o en contra. Así también terminan, a favor o en contra, las figuras políticas. Cité a Natale, y a cualquiera que se nos han ido y están cerca por laguna razón, política, musical, literaria. Hablamos de Borges, podemos hablar de Cortázar. De tantos de ellos que muertos adquieren una dimensión distinta. Y es cierto, a Borges se lo cita pero no se lo lee ni se lo compra. A Cortázar igual. Va a pasar otro tanto con Cerati.

Hoy está todo el universo musical hablando de Cerati. Hasta Macri hablado de Cerati. Hasta Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner hablando de Cerati.

Entre las muertes que más me dolieron, y que hicieron a la historia del país, la de Mercedes. La de Mercedes. Y claro, cierra siempre estas editoriales, el polaco. Y alguien que dio vuelta la historia de la música: Astor Pantaleón Piazzola. No hay música nacional que no se entienda de un modo con Piazzola y de otro modo sin Piazzola. No hay.

Cada uno de ellos fabrica amores y odios y yo me pregunto: ¿qué amores y qué odios fabricará dentro de cien años Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner cuando me toque hacer –dentro de cien años- la crónica necrológica, la necrología o el obituario? ¿Qué cosas despertara? Pero, ¿despertará algo? Si no despierta nada es que la superamos, si sigue despertando amores y odios dentro de cien años Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner como si pasa lo mismo con Borges, como si pasa lo mismo con Piazzola, como si pasa lo mismo con Cerati dentro de cien años, si sigue despertando amores y odios es algo sencillo de entender: no la superamos.

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