Mirada desde el sur por Raúl Bigote Acosta
(Publicado en diario El Litoral, 26 de octubre de 2014)
He dicho que el socialismo, más que el radicalismo, no tenía idea de las relaciones piramidales, de las cadenas de mando, de las jerarquías militares que se especulan en las policías regionales. Sólo jueces de falta y autos mal estacionados. No había otro antecedente, excepto la estudiantina en la que todo policía es un represor. En 2007 el socialismo estaba en la tribuna del partido entre la droga, la corrupción, la policía, el empresariado corrupto y una sociedad permisiva. Algunos aún hoy no saben qué se debe hacer.
El FPCyS (Frente Progresista Cívico y Social) le agregó el cambio en la Justicia. El trabajo de Héctor Superti, sin contraprueba o fiscalizaciones de teóricos de enjundia, tardará años en completarse y complementarse. Agrego: se lucha en el Poder Judicial con presupuestos desparejos y una envidia entre réprobos y elegidos que conspira contra la seriedad del proyecto.
El FPCyS completa, con su quinquenio, la mitad posterior de una década ganada por el kirchnerismo. El kirchnerismo no ahorró esfuerzos y acusó de todo al socialismo y a su socio de campo, el radicalismo. Sigo sin comprender la otra mejilla que ha puesto el socialismo al diputado Larroque, quien acusó de narcosocialismo a la provincia de Santa Fe y a sus autoridades. En realidad la mejilla es para todo el kirchnerismo. Buenos cristianos los del FPCyS. En el sur la intendente baila para la foto con Sergio Berni y el ministro Randazzo, y no se cansan de inaugurar algo. Lo que sea. Todos sonrientes en la foto. ¿El “Modelo Santa Fe” y el “Modelo K” son estére-compatibles?
Los asesinatos en Villa Gobernador Gálvez (120.000 habitantes) dan cuenta de la gravedad del tema sobre las bandas de narcos. La guerra continúa. La droga es el eje.
El profesor Juan Tokatlian ha dado una cifra. Por cada dólar que se pone en la plantación de coca el sistema de su producción, distribución y venta convierte al billete en 1.250 al final de la historia. No le dan bola al profesor Tokatlian.
Esta semana entrevisté a Sergio Berenstein, autor de un libro en colaboración con Eugenio Burzaco: El poder narco. Me decía: “Lo que pasa con el narcotráfico es que se agudizan cuestiones que ya estaban vigentes antes, que en general uno puede definir como fracaso, fracaso del Estado, fracaso de la sociedad; amplios sectores de la sociedad viviendo en la marginalidad, en la pobreza, sin infraestructura, sin educación suficiente como para conseguir un trabajo. Y entonces en estos intersticios el narcotráfico encuentra el espacio, la demografía, la oportunidad como para instalarse, consolidarse.”.
Berenstein profundizaba: “Yo creo que hay mucho que se puede hacer. Obviamente se requieren recursos, voluntad política, mucho esfuerzo, mucha convicción. Pero uno no puede, creo yo, desde el punto de vista de las políticas públicas, resignarse a que esto siga funcionando sin que el imperio de la ley, sin que el estado de derecho trate de tener presencia. Hace falta mirar esto como una cuestión sistémica, es un fenómeno global, regional, hay que mirar las fronteras, hay que controlar las rutas, hay que controlar los puertos. Y por supuesto, también ayudar del otro lado del mostrador a los que están de este lado tan dramático, viviendo en la marginalidad. Hemos tratado de utilizar las estadísticas que ya están comprobadas, que tienen la validez de Naciones Unidas y, tal vez, si quiere hacer un estudio más puntual, encuentre que el problema es más grave de lo que nosotros sugerimos en el libro, que ya es un drama”.
La reflexión inevitable refiere a la década, la política, la corrupción estructural, el código de vida narco y la violencia urbana. Alguien paga las campañas que fueron, las que están y las que vienen. Es el dinero narco. Alguien se “descuidó” por diez años. Alguien quiso ver solo en la provincia de Santa Fe lo que se desarrollaba en todo el país. Deberíamos cambiar el título de la nota. Con el kirchnerismo, a la par, conseguimos una década drogada.
Algunos creen que el dinero robado está en las Seychelles. Ja. Algo habrá. El futuro enajenado en el pacto con la droga se está llevando un tesoro infinitamente superior. La República Argentina.
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