Por Raúl Bigote Acosta
Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 12 de noviembre
El ejercicio del periodismo como forma de vida obliga, cada tanto, a mirar por sobre el hombro esos días que, como flechas (decía el poeta), se suman y se suman. La conclusión en cada balance es similar. Somos actores sociales de mediana intensidad. Los soles que brillan con luz propia están cerca, solo cerca.
Desde que vi la película Forrest Gump una imagen me acompaña. Estamos, como el personaje que interpreta Tom Hanks, al lado de los acontecimientos, participando desde un raro escorzo donde somos necesarios, pero no imprescindibles o absolutamente determinantes. El personaje, Forrest Gump, aparece lateral a los grandes acontecimientos yanquis. Cito dos: Martin Luther King y Watergate. El periodismo es frágil. Lo terrible, psicoanalíticamente hablando, es la natural propensión al estrellato. También a suponer que el mundo comienza con nuestra existencia. Años de tango y café, el diván en otros, elimina este pesado tics del pavo real. Pone al ombligo en su justo lugar.
Jaimovich, Madero, Cavallero, Reich, Moses, Zabalza, Binner, Rivero, Olazarri. Los apellidos de aquella agrupación estudiantil (Apri) resumen lo que años después se convertiría en gobierno, en estos 25 años de manejo socialista de la ciudad de Rosario. Testimonio. Testigo y memoria, eso somos. Mínimos Forrest Gump. De ellos fue el acto político que entró en la historia
Compartí la redacción y el tablero de Forma Propaganda, de Alberto Mirtuono, Juan Pablo Renzi, Roberto Fontanarrosa, Rafael Ielpi, Oscar Pidutswa, Alberto Jaime, Mario Palmucci. Mucha creatividad. En las "Memoria y Balance" de Ingersoll Agrometal un gaucho, dibujado para los audiovisuales que los presentaban, fue el primer boceto del Inodoro Pereya. Recuerdo la serie de 25 dibujos de deporte del negro para Deporte '70.Y la primera entrevista, en el número 3 de la revista Crisis. Primer reportaje a la fenomenal creación. Ese gaucho que se burlaba cariñosamente del folklore gongorino. Julia Constenla fue, por la misma razón, la primera editora del Negro Fontanarrosa. Ediciones de La Línea. Otra vez al lado de la historia, una hermosa historia. Roberto es el protagonista.
En el restaurante del Hotel Presidente, en la década del 80, finales, un programa filmado a dos cámaras, para Cablevisión Sur (tendido de coaxil sobre barrio Alberdi, avanzando hacia Cruce Alberdi) sirvió para que Horacio Usandizaga, radical plebiscitado por el pueblo rosarino, dijese: "Si gana Menem, renuncio". Editado de la cinta de video, repetido hasta el cansancio en programas de radio, su juramento fue la espada en la espalda del radicalismo. Usandizaga renunció, Alberto Joaquín perdió (PJ) y el radicalismo y el peronismo nunca más fueron ejes en Rosario. Otra vez, el oficio coloca, como actores sociales de baja intensidad, al periodismo.
Escribir la nota que confirmó la vida en pareja ("La Luna de miel" en Venezuela y Nassau) de Susana Giménez y Carlos Monzón lleva a la pregunta: ¿contar es cambiar la realidad…?. Hum. Es el eje de los estudios sobre el tema y sobre eso acogotan sus sueños los politólogos. Los gobiernos populistas quieren que se cuente una única versión.
Tal vez el ejemplo de Bernardo Neustadt, tan vilipendiado hoy día, sirva de ejemplo sobre la categoría: actores sociales de baja intensidad. ¿Cabe alguna duda de que fue partícipe necesario, pero no decisorio, de algunos acontecimientos definitivos del país?
La proliferación de los medios de comunicación es un exceso inatajable. Es rigurosamente exacto que las múltiples formas de viralizar la noticia obligan al espectáculo y la exageración. No hay otro modo de llamar la atención y sin esta, la atención, cualquier información se pierde en el tráfico. Mas claro: si la noticia no es un espectáculo muere de anonimato.
El siglo XXI trajo la posibilidad del enriquecimiento de los actores sociales de baja intensidad. En la propia ciudad de Rosario hay ejemplos pero convengamos, sin mostrar las valijas sobre el dinero llevado por kilo, y tratado según tara en balanza, la corrupción estructural estaría mas cerca de la leyenda urbana que del convencimiento profundo sobre el pecado en la función pública. Hoy nadie lo niega en ninguna encuesta.
Me pregunto si aquella forma de entender el periodismo como el oficio de contar, apasionadamente, pero contar, siempre contar, no se ha desfigurado y sea otra la figura que se necesita.
Tambien me resulta necesario preguntarme sobre la pasión, habida cuenta que hay dos resoluciones de la sociedad que son definitivas. El revólver mató al último guapo.Y billetera mata galán. Opino (es opinable) que también mata pasiones. La billetera quita el aliento épico de Forrest Gump. Convierte las historias en relatos de chequera. La pasión en porcentaje y el oficio, bueno, el oficio en carne de panelista.
Desde 1983 a la fecha la democracia ha mutado, se entiende porque la sociedad es un mutante. El periodismo no podía ser menos. Hay un peligro sin resolver: la inteligencia emocional le gana por goleada a la inteligencia supuestamente racional. Aún en mitad de la chequera la pasión subsiste. También el disimulo y la hipocresía… "tan humana como la contradicción", dice Lerner.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario