Google+ Raúl Acosta: El periodismo amarillo ha muerto

miércoles, 15 de abril de 2015

El periodismo amarillo ha muerto

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 08 de abril


La suma de datos sobre la transformación de la realidad no cesa. Acumula. Es incesante. Definamos: el periodismo amarillo no existe. Ha muerto de muerte natural.

Un punto para fijar el movimiento continuo sería el alarde que hacía Héctor Ricardo García al sostener que, en "su canal" (el 11, en aquellos años el canal Once, entregado por el colegio de El Salvador) se transmitió completo la pieza para ballet "El lago de los cisnes". Era cierto. Sobre el final de una transmisión, cuando una jornada se transforma en otra, un día fue completo. Orquesta y ballet. ¿Indicaba eso una crecida hacia "lo cultural"? Cualquiera contesta. No. Hay quienes sostienen la libertad racial por la constancia de un amigo negro en Alabama. No es así.
Era imposible pensar al diario Crónica, como a su antecesor, Crítica, sin las notas "populares". Recuerdo el enojo de los militares cuando en la tapa de Crónica salió el precio de remate de un Toro Gran Campeón y en el epígrafe de la foto el sueldo del peón que lo llevaba del hocico. Destituyente. Revolucionario. Sedicioso. Que una cosa es una cosa.

Luis Pico Estrada, Nicolás Mancera, "el Gordo" Formento, Ricardo Parrota, Luis Pedro Toni, Lucho Avilés escribían los "dialoguitos" en contratapa de La Razón. En Crónica los Jacobson, Néstor Romano, Leo Vanés y otros. Muchos otros. El pago era en especies en la mayoría de los casos. En otros no. Favor con favor se paga. Lejanísima la "Tía Valentina". Que la inocencia le valga. No hay chimentos sin sangre ni confesiones sin llantos.

Félix Lauro Laiño, uno de los "inventores" del periodismo argentino, sostenía que salud/dinero/amor eran imprescindibles para el periodismo, sin ellos los periodistas no son nada. Nadie compra un diario para leer la sección "Ciencia y Técnica" solía argumentar.

Juan Petrone, secretario de Redacción de Crítica, acaso el más perfecto ejemplar de periodismo gráfico, sostenía: "Todos compran el diario por una noticia, pibe, hay que saber cuál es". Tenía otra, no menos genial. "El periodismo tiene revancha mañana, pibe, mañana hay otra desgracia y hay que llegar primero y contarla mejor". No encuentro una definición más clara del periodismo.

Otro punto para fijar el movimiento y la aceleración consecuente está en el cine. Hay dos Éverest. Network y el periodista que se suicida en vivo, frente a cámaras y el mundo de ilusión en que le simulan la vida a Truman en El show de Truman. Muchos actores, políticos y empresarios son felices disfrazados de Truman. Adicción infinita.

Después viene este siglo, el XXI. Aquí se da realidad a viejos sueños. La parábola perfecta de Orwell y la vigilancia con las cámaras de monitoreo y la vida en redes. Ahora una serie, de una mujer policía, que persigue ladrones que sólo están en el ciberespacio, es un adelanto del mundo que se viene. No importa que la Justicia condene o no condene por un video de una cámara de seguridad, lo que interesa es que se pueda difundir por TV. Somos adictos a las redes. Vivimos en red. ¿No viralizamos a una actriz en "profundísimo" juego amoroso profundo con su pareja? Sí. La presidenta, en cadena nacional, pidió que la sigan en "tuiter y facebucs". No confía en lo tradicional. Ése es su mensaje.

Se ha producido, en este año 2015, un punto más alto. Se confiesan muertes, asesinatos, ahora se presenta en 3D un crimen y los raros escorzos de un cadáver. Es primicia un ombligo reciclado y el varón cornudo que llora ante las cámaras, son la moneda diaria. Lejanísimo ya, de la sociedad, "El cornudo apaleado". El teatro clásico debe revisarse entero. Hamlet es light.

"Amarillismo: término popular para designar el sensacionalismo en los medios de comunicación, en los que se exageran aspectos negativos o distorsionan las noticias y…". En el diccionario en línea esa es la definición que mejor se acomoda a lo que todos conocemos. Está vencida. No sirve más. Hay que bajarla de la góndola.

Para los teóricos finiseculares el amarillismo es eso. Para los inocentes, que nada saben de montajes sino que consumen y aprenden a vivir eso, lo que sucede en cámaras no es nada más que la vida misma.

En la "televisión panel" el candidato debe circuncidar su mensaje y minimizarlo. Una campaña sin tuits no es campaña y un candidato que no entienda la truculencia no llega hasta las elecciones. Un producto se vende fuera de tanda y lo que se usa vale más por la portación que por la calidad. Bienvenido el saco rojo y las piernas descubiertas hasta la cintura. Welcome al bótox y la tintura indeleble. Todo el poder al zócalo y los tecladistas.

Aquellos teóricos que vituperaban de Crónica y su "amarillismo" no tienen refugio, viven a la intemperie. Es quien llega primero y paga mejor por la exclusividad. Quien insulta mejor y con más saña. Presto una primicia: el parto en cámaras está próximo. En canal abierto. Será en el 2015. El asesinato ya está casi, casi, en programa. Los fundamentalistas lo envían en 4G.

Deberíamos reconsiderar las definiciones de ética y estética. Ni Grecia ni principios, sólo mediciones y competencias. Fin de las esdrújulas.

Aceptemos el tiempo en el que vivimos. Creer que aquello fue mejor es creer en el pasado. El periodismo amarillo es el pasado.

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