Google+ Raúl Acosta: Borges en campaña

miércoles, 5 de agosto de 2015

Borges en campaña

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 05 de agosto


Resulta delicioso tornar a Borges en las campañas publicitarias de los candidatos de las Paso. Nos piden el voto. El lío es el mensaje. En el mensaje está la salvación. La confusión. Todo.

Recuerdo cuando Arturo Frondizi decía que "hablaba para veinte milllllones de argentinos". El exceso de "elles" era por su origen correntino, Don Arturo alargaba las elles y forzaba las erres.

Frondizi cambió el discurso. También el relato. Era con el peronismo, no contra el peronismo. Allí comienza la política fusión. Dejó fuera a personajes que, desde entonces, son porfiadamente conservadores, como Rafael Martínez Raymonda, todavía integrante del FPCyS. También izquierdas obtusas.
Frondizi es básico para entender algunas cosas. Era su voz la de los avisos. Su discurso "testimonial" trajo otro modo publicitario, después del gorilismo explícito de los partes militares, de la revancha de La Prensa y La Nación para con el peronismo y de las desinteligencias genocidas del otro peronismo, a partes iguales entre J. W. Cooke, el guevarismo y la resistencia abatida en los basurales de León Súarez.

Hoy cualquier candidato es "testimonial". El locutor con voz grave y persuasiva ha sido remplazado por la voz, a veces irritante, del personaje que intenta convencernos para que lo votemos. Margarita, De la Sota, Macri, Binner, Scioli, Massa, las desoladas izquierdas, dan testimonio personal de su necesidad; nuestro voto.

Frondizi, que hablaba del desarrollo y la industrialización necesaria para la "tontería" del valor agregado, necesitaba que se entendiese claramente que no iba contra el peronismo, que la energía era independencia (remember Mosconi) y que "los deterioros de los términos de intercambio" eran dependencia. Es su alter ego, Rogelio Frigerio, quien le dice a Perón: "La única verdad es la realidad".

"No renuncio ni renunciaré", fue su frase final. Un bife con el Che vale un golpe de Estado. La publicidad oficial se encarga de contar la historia a su modo. El modo militar. El parte de guerra. Desaparecen las voces.

"Que se callen estos estúpidos imberbes". "Lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie". Ese es un mensaje testimonial. La voz de Perón, un verdadero constructor de relato, alcanza y sobra. Eso parece.

Cuando Raúl Ricardo Alfonsín recita el Preámbulo y asegura: "Con la democracia se come", en rigor deconstruye y construye un relato que alucina al peronismo; digamos mejor: al país. El peronismo pierde el relato. Sus eslóganes son derrotados.

El radicalismo, tan alacranado, destroza a su jefe y habilita al peronismo que hasta pasa por una interna real, de carne y hueso. Menem le gana a Cafiero. Revolución productiva. El salariazo. "Síganme, no los voy a defraudar". Ja. Argentina es definitivamente el relato. La frase. El eslógan de campaña la propuesta, la zanahoria delante del burro. Nosotros somos el burro.

"Qué lindo es dar buenas noticias". "Dicen que soy aburrido". "El que depositó dólares recibirá dólares". Los eslóganes ya son parte de la historia. No debe extrañar que La Señora diga que gobierna para la historia. Si la historia se construye con frases de campaña es lógico que la preocupación sea el relato, no la justicia social. El relato, bueno es recordarlo, no es la realidad ni el futuro. El relato, por default, siempre es el pasado.

Después de corralito y corralón lo que aparece es una frase fuera de la ley: "Que se vayan todos". Acaso el eslogan que sintetiza a los indecisos. A los silenciosos. A los inconquistables y permanentemente engañados. A los desconfiados para siempre. Conquistar a los convencidos es una mentira de los publicistas que ganan dinero como los alquimistas.

El último eslogan que todos entendieron es sencillo: "¿Qué te pasha Clarín?". Néstor lo hizo, una verdadera definición de poder.

Inapelable. La Señora inventó otro: "Soy una exitosa abogada", que para el 2015 no sirve.

Cambiar. El cambio justo. Cambiemos. Votá por vos. Esos se ofertan este año. Más trabajado es el remate de campaña de quien debe ofertar continuidad. Cómo hacerlo. No es sencillo. El 70 por ciento de los argentinos no comparte el ciego amor por CFK. Difícil. El creativo eligió a Borges.

Borges sabe que debe hablar del tango. Vive en su espacio. Decide odiarlo, pero no puede abiertamente. Para los argentinos el peronismo es un símil del espíritu portuario que alucina en Buenos Aires. Como el tango, suma en el puerto y define un país. El hombre dura menos que la vana melodía. Cada candidato es más mortal que la marchita.

Scioli resuelve (sus consejeros, sabios consejeros) que se debe decir que estamos bien. Y que superaremos esta marca. La clave es ésta. Scioli no puede decir que estamos mal. Ay. Y debe prometer que mejoraremos. Pero no puede ofender. Estaremos "aun mejor", por lo tanto estamos bien. Hum. El "aún" salva el tropiezo.

Sincerémonos: Borges salva todo. "¿Dónde estarán? pregunta la elegía de quienes ya no son, como si hubiera una región en que el Ayer, pudiera ser el Hoy, el Aún, y el Todavía". Y por si hiciese falta explica el peronismo y el relato: "hecho de polvo y tiempo, el hombre dura menos que la liviana melodía, que solo es tiempo. El Tango crea un turbio pasado irreal que de algún modo es cierto". Borges no habla solo del tango, habla del peronismo (un turbio pasado irreal). Por eso lo copian.

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