Google+ Raúl Acosta: Macri & la poesía

domingo, 31 de julio de 2016

Macri & la poesía


Publicado en diario El Litoral, 31 de julio de 2016

Termina julio de 2016 y algunas cuestiones deben puntualizarse. La primera el apego a la poesía. En muchos casos allí se encuentra la explicación, con mas vuelo, de cuestiones pedestres y estimadas, cuestiones indispensables. Estamos demasiado prosaicos. Al país, a nosotros los argentinos, nos falta un poco de poesía.

Una cuestión que puede resolver la poesía es qué necesitamos para arrancar, definitivamente, el siglo XXI. Estamos complicados con el siglo XXI. Hay un buen consejo. “No vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos. Somos el ser que se crece. Somos un río derecho. Somos el golpe temible de un corazón no resuelto”.  En España en marcha Gabriel Celaya sugiere una salida

Ante la repetición de errores de quienes conducen la cosa pública, como exigir honores por traer a provincias y ciudades dineros necesarios y obligatorios o, peor, explicarnos que los platos estaban rotos y costará mucho arreglarlos o,  peor que peor, los olvidadizos, demasiado apresurados en insistir en que no rompieron los platos cuando fueron ellos los que armaron la mesa para el banquete de corruptos, ante el panorama chato la voluntad es seguir soñando pese a todo y la poesía da un consejo, tal vez un mandato. “Porque vivimos a golpes, porque apenas sí nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser, sin pecado, un adorno; estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo” En “ La poesía es un arma cargada de futuro”.  el poeta describe claramente la situación. La poesía no es un  adorno, “concebida como un  lujo cultural por los neutrales…” remata Celaya.

El camino es la felicidad, no hay otro destino, no es un  destino trabajar para ser infeliz, no es una meta aconsejable y para esa seguridad el poeta tiene preguntas, sugerentes modos de indicarnos donde encontrarla: “Cuando llega un amigo, la casa está vacía, pero mi amada saca jamón, anchoas, queso, aceitunas, percebes, dos botellas de blanco, y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--, y no quiero pensar si podremos pagarlo; y cuando sin medida bebemos y charlamos, y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos, y lo somos quizá burlando así a la muerte, ¿no es felicidad lo que trasciende ?”. En sus poemas del libro “De claro en claro” en este, “Momentos felices”, vuelve Gabriel Celaya a plantear, tercamente, para que vive el hombre. Deberíamos atenderlo.

En Argentina somos, todos, un corazón no resuelto. Estamos tocando fondo. Y es la búsqueda de la felicidad la mas clara diferencia entre pesimismo y esperanza. Aquellos años de la monarquía populista, de la que hasta los mas virulentos populistas quieren alejarse, fueron el último refugio del ayer pero, ay, necesitamos un plan económico, una información completa del desastre y un lenguaje claro sobre el mañana. El lenguaje no puede ser un adorno.

En “La vida, ahí afuera” Gabriel Celaya dice: “Esa vida que no es mía y me rodea,
el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte y el misterio de la vida siempre abierta, lo que llamamos la vida en el árbol, en las nubes y en el agua, y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano, y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando: La infancia, quizás, la infancia, nuestro final seguro, nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia: El total de lo sin fin y de la vida abierta”


¿Sirve a la vida buena la transparencia? Si. ¿Sirve respetar a los niños, a la infancia, finalmente al porvenir? Estas cuestiones elementales han desaparecido de la discusión política. Eso ha sido peligroso, funesto.

Las cuestiones verdaderas están en estos temas. La infancia, los recuerdos, la felicidad, la transparencia (que no se dice, se muestra), poder llegar a la casa y tener comida. Vamos: tener casa.

Tal parece que alrededor de Maurico Macri nadie lee poesía; si la frecuentasen alguna de estas cuestiones, que la palabra acerca, estarían mas próximas a la realidad, al mañana, al porvenir. Argentina es un agua que atropella sus comienzos. Nuestros cantares no pueden ser adornos. Hasta olvidamos que el mundo es quien es sin ser humano. Ojalá el ingeniero lea poesía. “Poesía como el aire que exigimos trece veces por minuto…”

No hay comentarios. :

Publicar un comentario