Google+ Raúl Acosta: La inseguridad y las nueces

domingo, 2 de octubre de 2016

La inseguridad y las nueces


Publicado en diario El Litoral, 02 de octubre de 2016


Como sucede con la mayoría de las enfermedades, personales o sociales, las causas son muchas y el abordaje también.
La inseguridad es una enfermedad que atacó a la sociedad y se ha convertido en grave y crónica. Una endémica sociedad argentina observa cómo le manotean el bolso y la golpean. Otros observan, impávidos, cómo les roban en las entraderas y algunos, lamentablemente, terminan llorando al amigo, al pariente.
La presencia generalizada del narcotráfico, el narcomenudeo, es una de las causas.
La miseria, otra. La economía enemistada con el bien común es sustantiva. Agrede al necesitado. Lo minimiza, lo invisibiliza. La pobreza nunca es un número, siempre es un llanto, una queja. Hicimos algo peor: ocultamos ese número.
La poca resistencia de la sociedad a encontrar castigos, sostenerlos, finalmente a aplicar la ley ha puesto a ésta, a la ley, en condición de fugitiva, cuando no de broma o discurso para los tontos, los tontos son los que aún creen en frases livianas, tardías, finalmente mentirosas.
La delincuencia triunfa, el crimen da buenos dividendos. Eso resquebraja un orden y establece otro. El código narco, sin hábeas corpus ni tribunal de alzada, ha reemplazado a Vélez Sarfield. Ya no es inseguridad, es otra ley y otra protección, otra vida y otra dependencia.
El voto, último refugio de las apariencias democráticas donde nos movemos, no justifica la presencia de actores sociales que no vieron, no ven, se niegan a tratar el tema desde dentro. Lo comentan de fuera, como observadores de las Naciones Unidas en un territorio en conflicto. No hablan nuestro lenguaje. Son extraños que llegan de paseo o lo dicho: observadores.
Algunos han sido votados por el pueblo santafesino y el “hagan algo”, la demanda de acción, es de tal magnitud que tipificarlos llevaría a los adjetivos calificativos; no los mejores por supuesto.
Hay 19 diputados y tres senadores que representan a la provincia en el plano nacional. Hay afligidos y extraños. Algunos parecen lentos y mínimos profesores de escuelas secundarias, enviando, semanalmente, una gacetilla contando que estuvieron y presentaron algo por mesa de entradas. Otros, cuando la tragedia está cerca, sostienen que no vienen a una reunión masiva de representantes del pueblo porque eso es una foto y no una solución de fondo. Consignemos: han votado cuestiones de CFK y, de hecho, eran actores políticos cuando De la Rúa y cuando Carlos Menem eran sendos presidentes constitucionales. Algunos dicen, en privado, que esperarán para presentarse como candidatos a gobernadores en el 2019 y por eso se callan. Esa actitud tiene un nombre callejero.
Hay funcionarios nacionales que vinieron, vienen y vendrán muchas veces más a contarnos que hay bultos que flotan en el río y que de ese modo llega la droga a territorio santafesino. Es bueno saberlo.
Los dineros de fondos coparticipables hurtados, quitados, robados a la provincia semejan el tema Malvinas y los ingleses. Hablemos, pero dejemos el robo bajo un paraguas que no tocamos. Hay senadores que no quieren que les pregunten sobre este tema y diputados que cuelgan el teléfono si se les avisa que hablaremos de los robos de la nación a las provincias. Hay diputados con sólo un domicilio legal, de padrón, en la provincia. Otros que ni siquiera abrieron un garaje en el territorio para atender las quejas de sus comprovincianos.
Hay personalidades que bailaron un chamamé con Berni, el Rambo y James Bond de CFK que iba a erradicar la droga despanzurrando un búnker para la foto. No es bueno olvidar qué decían los partidarios de CFK sobre estos temas.
Hay quienes denunciaban negociados de líderes gremiales en las costas santafesinas y hoy se callan por una de estas dos razones. Están pagos o son socios.
El 40% de pobreza no se logra en un día ni se va con una aspirineta. Es endemia. Multicausal. Es enfermedad grave, para muchos una enfermedad terminal. No hay credo o religión, ni código ni profecía que indique que no se puede; se debe, se necesita ayudar.
Las policías, todas las fuerzas policiales atravesadas por el código narco, sus dineros y su sistema de corrupción para lograr el poder total están en superficie. Las vemos. No hay salvación posible invocando al sargento Chirino.
Comida, trabajo, leyes claras. Una ministra diciendo obviedades de manual, un presidente y un gobernador que sonríen para la foto no son la solución. Mucho ruido, pocas nueces.
La solución es arremangarse y, si quieren, recordar aquélla, una de las últimas frases de Perón: “Esto lo arreglamos entre todos... o no lo arregla nadie”.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario