Google+ Raúl Acosta: Apendicitis

lunes, 12 de diciembre de 2016

Apendicitis



Lunes 12. Junto al mar. El fin de semana largo, el del 8 de diciembre, sirvió para comprobar, una vez mas, de donde salen los 3 millones de turistas de toda la costa atlántica en el verano. Son, mayoritariamente, habitantes de la llanura. La pampa húmeda provee todo. El grano, la carne y los viajeros. 
La historia de Mar del Plata, por su parte, está íntimamente relacionada con el peronismo y la “movilidad ascendente”. Mas claro, el crecimiento es parte del fortalecimiento de los gremios, sus obras sociales, los beneficios para los afiliados y los hoteles turísticos porque, desde 1946, con una explosión fenomenal en el 1950 (Chapadmalal, etc) se corresponden con una región costera que cambió el concepto del trabajo. Las vacaciones son un derecho y por lo tanto el mar y, mucho después, el zucundum. 
Las clases altas, verdaderamente altas, con dinero y poder, se refugiaron en Pinamar y/o huyeron al Uruguay. El sueño de Don Gesell siempre fue agreste, juvenil, una ilusión de campamento. 
En Mar del Plata, como en Rosario, dos cuestiones que deben entenderse bien. La altísima inmigración italiana, meridional. España, y muy claramente Italia, dan el perfil del siglo XX en el país, pero claramente el genotipo del rosarino y el marplatense.
Ciudades aluvionales, como todas las ciudades portuarias, debieron aceptar al bandolero y al mestizaje. Ellos dieron el color de la ciudad y, también, su arquitectura.
Quien no entienda el carácter aluvional de Rosario y Mar del Plata, también el mestizaje portuario, puede perderse en la conversación.
Dos detalles laterales se suman. La virgen Stella Maris que cuida a los pescadores y la Virgen del Rosario, que patrocina a los rosarigasinos paralizan (ahora ya no tanto) una población que creía o simulaba creer, que es casi lo mismo. Sus procesiones son fenómenos populares.
El otro detalle lateral es un carpintero en MDQ ( asi se redefine, en aeronáutica, a Mar del Plata) y un bioquímico en Rosario. Teodoro Bronzini y Héctor Cavallero son, en ese orden cronológico, los primeros intendentes socialistas en un país peronista.
El asunto se convierte en misterioso, casi mágico: ambos se preocuparon por la salud.
A poco que se piense se comprende. El obrero necesita asistencia estatal en salud. El que sale al mar, el que construye y construye, el metalúrgico, el carpintero, el plomero. El Estado salva la salud de todos.
Los hospitales públicos, en ambas ciudades, fueron importantes. Una derivación ayudó al crecimiento. Quienes llegaban (y aún llegan) a trabajar a MDQ, como los cientos y cientos de turistas gremiales, los de 14 días en el hotel con desayuno y una comida incluída, no debían enfermarse porque: ¿quien se enferma en mitad de la felicidad de las vacaciones…? La felicidad aleja los males del cuerpo.
Mar del Plata resolvió garganta, nariz y oído, las muelas y, de hecho, impidió que cualquier apendicitis proletaria se convirtiese en una peritonitis de difícil solución.
Se puede explicar. Bombinhas, como cualquier sitio brasilero, el mejor Matto Grosso y aún la Machu Pichu precolombina, no tienen quirófanos a la vuelta de la esquina.
Nadie se va de vacaciones para operarse el apéndice. Pero a veces sucede.
El turismo gremial trajo a los obreros de vacaciones y los pobres (me incluyo) también necesitan las vacaciones tranquilas, también necesitan ser felices. 
Los muchos hoteles aseguraron una salud pública que eliminaba riesgos y servía al amontonamiento. En MDQ la salud del turista no es un problema He visto los avisos en el diario local (Ja, ja… se llama La Capital) “Odontólogo, guardia 24 horas, visitas a domicilio”
No era un aviso raro, era una tranquilidad. Trae tu apendicitis. Vení tranquilo a Mar del Plata, que hasta podes enfermarte sin problemas.

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