Google+ Raúl Acosta: Pulóveres

martes, 13 de diciembre de 2016

Pulóveres

Martes 13. Junto al mar. Desde todas las poblaciones cercanas a Rosario llegaban compradores, muchos en el tren que terminaba en Corrientes / Weellright / Jujuy, estación Rosario Central del FFCC Mitre. Se los veía por la mañana, eran hombres y portafolios, hombres y valijas, un verdadero aluvión de pedidos  en esas primeras 5 cuadras, hasta Corrientes y San Lorenzo, cubiertos los mostradores por los “comisionistas” de repuestos y repuestos mecánicos. Hoy corridos a San Martín, entre Avenida Pellegrini y Mendoza. Ya menos, muchos menos. Menos compradores y ya se sabe, la ley de la oferta y la demanda no tiene vueltas. Estamos incursos en ese proceso (¿enfermedad?)
También la ciudad de Rosario encontraba todos los repuestos en esas calles. Es conveniente comercialmente y un alivio que estén los vendedores de productos del mismo rubro todos cercanos, menos caminata, mas oferta. 
Este criterio tiene un límite de discusión en muchas ciudades: la “zona roja”, pero eso es otra cosa. Otra discusión y, si se me permite: otro precio… en gestión política. 
En Mar del Plata la Avenida Juan B. Justo se llamaba, aún se la llama, la avenida de los pulóveres. Y lo mismo que en Rosario, de todas partes a comprar los pulóveres de MDQ, que con el vientito del atardecer (por Juan B. Justo el viento viene chiflando desde el puerto sin que nadie lo detenga) eran mas fáciles de comprar. Para uno, para la sobrina, para el negocio, para aprovechar la “pichincha”.
A veces uno se reía, porque…¿tanto frío, tantos abrigos…?. No importa, la compra es una pulsión, la compulsión te lleva a comprar y comprar. Comprando soy feliz, solíamos cantar, lo confieso
Argentina está cambiando en este asunto de las compulsiones y los compulsivos. Nos hemos llevado muchos sustos. Tuvimos un gobernante que era un ahorrista compulsivo, se llevaba todo, todo para su caja fuerte. No fue el mejor ejemplo, pero sirvió para que reflexionásemos.
Ya en la década del 90 un mismo hecho despanzurró la cadena. No hubo mas trenes suburbanos a Rosario Central. Esa calle (Jujuy) se convirtió mágicamente en Avenida y se autorizaron mayores alturas en la construcción, los negocios de repuestos languidecieron y los comisionistas fueron reemplazados por las compras por internet o, directamente, motores mas desechables.
Los mismos trenes ausentes dejaron triste la estación marplatense, mas colectivos, mas rutas rotas y finalmente menos pulóveres. 
Uno recuerda los pulóveres labrados, los muy gordos, los de colores diferentes. El rosarino típico usaba un suéter bajo el saco, generalmente liso, y esos que venían de MDQ eran brillantes, para exhibir. Debían mostrarse. Eran otra cosa
El frio alentaba la compra. El desparpajo, la exhibición. Hay historias de madres, de tías, de hermanas que reprochan y se reprochan la compra.”Ésto te compraste… estás loco… cuándo pensabas, dónde pensabas usar esto…” A veces es uno mismo el que se dice, frente al espejo, un mini insulto por lo bajo. Y se saca el pulóver. Tengo un amigo, un rosarino clásico que me recomienda. “No usés en vacaciones lo que no vas a usar en tu casa. Es sospechoso y es plata tirada al cuete…” Sabio el amigo.
Tal vez la cuestión no es el frío, ni el cambio climático, ni el agujero de ozono, ni el hilado sintético y el camperón de marca, los colores exóticos y/o la marca en el orillo, una marca internacional. Caminando por Juan B Justo la respuesta aparece clara. La transcribo: “Outlet de todo, pase y mire”
El outlet es una expresión que no traducimos correctamente, pero que entendemos a la perfección. La misma avenida … y sigue la compulsión. Compramos mas que antes. Ropa, cantantes, gobernantes, en fin … pase y mire.

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