Google+ Raúl Acosta: Pastillas #UnaDeSalUnaDeArena

sábado, 14 de enero de 2017

Pastillas #UnaDeSalUnaDeArena



Publicado en el diario La Capital, 14 de enero de 2017

Sábado 14 de enero. Junto al mar. Mientras escribo resuena en mi cabeza el tema que cantaba el “indio Solari”. Uno de sus clásicos: “con pastillitas entré en gladiador…puso un huevo y la cosa explotó”…

El asunto son las pastillas. Ya se sabe que la drogadicción tiene un componente inefable: la ganancia, el negocio de las adicciones. Es tanto el dinero que mueve que puede pagar cualquier voluntad. O casi cualquier voluntad.

Es tanto el movimiento económico que finalmente la ciencia le encontró la vuelta. Adicciones con drogas que se fabrican en un garaje. Sintéticas. No hay que esperar las semillitas de amapolas. Chau Marco Polo y los fumaderos turbios y clandestinos. Algo, sin  embargo, queda en pie. No hay drogadictos sociales sin escenografía.

No mas el fogón y la yerba. Esa era una escenografía. No mas los excesos y la caravana de días y días de joda sostenida artificialmente aspirando polvo de coca. Esa era otra escenografía. Ahora un ritmo mecánico acompaña al corazón acelerado y una pastillita facilita el adiós a la cordura de oficina y se abre un cielo raro, diferente. Cuestan caro y se fabrican de modo sencillo. Se esconden en cualquier valija y socialmente son mas aceptadas. Los after las venden, las fiestas particulares las facilitan y las fiestas de música electrónica las multiplican. Se necesita agua para empatar las exudaciones. Ja. Un negocio lateral que aumenta las ganancias.

La  pastillita es esto: un negocio ilegal, fenomenal, que resulta difícil manejar aún para quienes están complicados. La íntima convicción lleva a esta conclusión. Los policías corruptos, los administradores de la cosa pública complicados (cómplices) y los dueños del negocio (narcotraficantes) no logran manejar a todos los que fabrican drogas sintéticas.  A veces se les escapa la liebre y entran los improvisados y el lío es mayúsculo.

El titular central del diario local, en mitad de la semana, fue violento para quienes están complicados en el asunto. Transcribo: “Mar del Plata prohibió las fiestas electrónicas”. A diferencia de Rosario, donde los empresarios entendieron fácilmente que habían metido la pata, donde fue fácil que un control policial y uno municipal espantase la impunidad del chantaje del agua pura y de la venta de estupefacientes artificiales, en MDQ el negocio es mas grande, sería mas grande. Mas impune.
  
La definición de este intendente (debo una nota, es muy particular, repito, muy particular este intendente) fue conmocionante. Leamos variantes de esta conmoción:“… Para este verano había programadas 17 fiestas electrónicas en Mar del Plata” Eso dice una información ¿cómo es posible que la gobernadora “angelada” y “Burzaco el bueno” no sepan que 17 fiestas de pastillas en enero son, con seguridad, un negocio de drogas muy importante?

Para corroborar que la información estaba el diario local insiste y define:“…el sábado pasado (sábado 7 de enero de 2017) se registraron 58 detenciones de personas con drogas y 4 fueron hospitalizadas en una fiesta en una playa del sur”…

Ahora hablemos del negocio que un intendente no alineado desbarató: “para las fiestas a realizarse en lo que falta de enero hay cerca de 30 mil entradas vendidas en forma anticipada”…

Este es un país alocado; es muy probable que alguien quiera reclamar “daño emergente y lucro cesante” a las autoridades que frenaron un desastre de toxicidad y argumenten que la prohibición sea una “desgracia” por haber impedido que las fiestas de pastillas ingresen mas dinero negro a las arcas de la corrupción.

Tan alocado es este país nuestro que tal vez, al tiempo que esta nota marcha a redacción,  reaparezca un permiso habilitante o, acaso, un traslado a otros galpones, otros prados, otros antros mas permisivos.

Somos un país muy alocado. En Rosario implementamos una ordenanza para que “legalmente” revisemos si las sustancias ilegales que venden en las fiestas de pastillas son tóxicas, muy toxicas o doblemente tóxicas y las habilitemos  al consumo inmediato. Tóxicas e ilegales si, pero truchas no. “Qué país”, escribió Jacobo Langsner.

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