Google+ Raúl Acosta: Árbol #AntesQueMeOlvide

jueves, 11 de mayo de 2017

Árbol #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

Desde el tercer piso del sanatorio, en pleno Boulevard Oroño, en mitad de la manzana, esperando que salga el médico con el parte de la operación todo es nerviosismo.
Es Moliere quien, en el enfermo imaginario, termina con  una crítica sobre los médicos. Hoy no son aquellos, no hay recetas en latín  y la computadora confunde a los que ignoramos todo creyendo que sabemos algo, confundiéndonos con cuatro o cinco datos de cualquier enfermedad.

El nerviosismo lleva la vista a la ventana y, desde la ventana, al árbol. Alto. Inmenso árbol que sube y sube mas allá del tercer piso. Un pino supongo, no hay mucho tiempo, Botánica es una materia lejana y la computadora innecesaria.

Desde la ventana del tercer piso se ve un árbol que, sin dudas, llegará hasta el quinto piso y se mantiene enhiesto y firme en mitad de la manzana, en mitad del sanatorio, por fuera de antibióticos, bisturíes y salas de espera.

El árbol vive por fuera de estas angustias y tiene las suyas. Clorofila debilitada, raíces traficando subsuelos, la perennidad de sus hojas, el ruido y la soledad.El smog no es bueno y las pestes muchas.

Nadie sabe si los árboles hablan. Hay tanto adelanto por llegar que quien sabe. Acaso descubran el lenguaje Acaso los pájaros son sus mensajeros. Para el poplen si, ellos son el vehículo. La brisa. Tal vez el viento. La soledad acompaña al pino en mitad del sanatorio y demuestra varias cosas.

Hay un hombre que no quiso matar esa especie. Esa especie, por lo pronto, resiste vendavales y cementos. Importado vaya a saber de donde, le debe a sus raíces, a su genética, la sobrevida en  mitad de una nada llena de cosas angustiantes. No hay nbuieve, ventisca, soles primaverales. Nada.

La vida en un sanatorio debe ser  esperanzadora, la esperanza es partir. Marcharse sano.
El árbol, a su modo, envía un mensaje. Subir y subir, recordemos que son cinco los pisos que alcanzó. La suya es una historia que insiste: cumplir el mandato. Ya no ve, solo imagina los otros árboles en la calle. El árbol dice, con su verde y su corteza y su altura. ES claro su mensaje. El mandato es la esperanza. Acaso sepa que no habrá médanos o nieve, ni siquiera una arboleda corrida. Nunca mas. Sigue igual. Ayuda en la espera del parte médico. Operación exitosa, falta la recuperación. Lo felicito. Salió todo bien. Ya lo sabíamos. El árbol manda señales. Cumple.

El presente texto pertenece al libro ”Cronicas rosarigasinas” (Antes que me olvide) de próxima aparición.

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