Google+ Raúl Acosta: La democracia pasional

sábado, 9 de octubre de 2010

La democracia pasional

Maradona y Carrió

Si se pudiese extender el título propondría: Maradona, Carrió y las formas enfermas de la democracia.
En Argentina reina la democracia enferma. Es la que se observa en los clubes de fútbol, en los gremios (todos, lo sucedido en CTA regocija al gremialismo tradicional) en las asociaciones sospechosamente impolutas (qué pensar de abogados agremiados, pidiendo que un político profesional, rechazado por un jurado internacional, sea tenido en cuenta para un cargo de… ¡Defensor General de la Provincia!, en el marco de una reforma judicial muy grande) La misma democracia (vehemente, distraída) de las agrupaciones estudiantiles.
La enseñanza de “LA” democracia es distinta si el sitio es un ágora estatal o privada. Los dichos, retractaciones y confirmaciones de los colegios confesionales sobre la masculinidad y el género, como un derecho divino, son muestras muy actuales que insisten: no es la misma democracia la que se dice, la que se hace, la que se critica en otras partes. Según las prácticas, parece, hay varias.
Maradona es un hijo de la tierra próspera, granero del mundo. De un barrio casi, casi fuera de clase. Su relación con la sociedad no viene de la democracia, llega por la idolatría. ¿Es Diego Armando Maradona una bandera de la democracia argentina?
Nada que diga o haga Maradona puede ser aceptado en el marco de una votación, una elección. Es el voto la última justificación, exaltación, baluarte y pilar de la democracia. Cuando dice “Grondona es un traidor y Bilardo ME mintió” a qué se refiere. Se refiere a si mismo como eje del mundo. Es directo en su forma de ver las cosas. El no se banca a Galileo. Es el eje de la tierra. El mundo es Maradona, claro está. No hay droga, excesos, inoperancia, bestialidad, egocentrismo, nada. Encuadrar a Diego Maradona en la democracia, fuera del Olimpo, es trampearse, es entrar en su mundo. En el mundo maradoniano el siempre ganará. La realidad es otra cosa.
¿Es Elisa Carrió una bandera de la democracia? Durante el 6º Congreso de Economía Provincial organizado por la Fundación Libertad, la señora Elisa Carrió dijo: "si después de ser Juana de Arco la sociedad quiere que sea presidenta, lo seré, y si no estaré en el mar, tan chocha como estoy ahora". "Yo todavía no sé, yo perdí la pasión, ya no tengo más hormonas porque estoy grande, pero lo voy a decidir en marzo, en una de esas me vuelve la pasión" (tema: candidatura a presidente).
Sobre Carlos Reutemann dijo: "Es un divino, es el más lindo de los viejos que tiene la Argentina".”Yo estoy todos los días con los radicales, pero tienen que subordinarse".
Las palabras de la señora Carrió son lo que indicaba la canción: “parole, parole, parole”… Confrontadas con la realidad del país es/son otra cosa.
La democracia no es un juego, en todo caso no es el mismo juego en unos que en otros.
La forma chilena de la democracia, la venezolana, la cubana, la uruguaya, la mejicana, como la de diferentes grupos de presión en Argentina, es distinta.
Cualquiera advierte que para el grupo Clarín, como para el grupo K, se trata de la misma palabra, del mismo Larousse, pero de diferentes interpretaciones.
Hay que buscar una matriz originante de las caprichosas diferencias de un mismo concepto.
La máscara de Fernando VII. Los jesuitas y su poder. El virrey Sobremonte. El primer militar, Cornelio Saavedra, papilla sexual, en manos de un tenista, en una publicidad que convierte a los héroes en calles y a las calles en cerveza. Con Saavedra, más allá de disquisiciones históricas, empezó el país, porque estaba junto a Moreno y Belgrano. Estaba del mismo lado y mayo no tenía democracia. Tenía máscara.
La matriz enferma, para muchos, fue acuñada sobre 1950, es el peronismo.
Todos los detractores del peronismo terminan encontrando, en el año 1943 y la revolución del 4 de junio, un origen. Un exceso en el mes de febrero de 1946. Una continuidad que trae, hasta hoy, el desequilibrio. La diferente concepción de democracia divide al país, como antes, en peronistas y no peronistas. Cómo acusar de los males a quienes han tenido el 60% de los votos. Hoy, si se uniesen los sectores que marchan divididos, sumarían más del 50%. En todo caso, con el porcentaje que sea, la acusación es insostenible: ¿no es democrático el peronismo? Síganme los buenos. El peronismo es malo, pero vota. La democracia, creer o reventar, es un problema.
El antiperonismo, si de males se trata, no existe. No hay mal fuera del peronismo. Si el peronismo es la encarnación prepotente del pensamiento único son tan peronistas Carrió como Maradona. Yo soy Juana de Arco. Yo soy la mano de Dios. El Chaco Boreal y Villa Fiorito comparten las impugnaciones de la democracia según la pasión, que la enferma. Fuera de la democracia Evita, como Cristina, como Diego, como Elisa. Las pasiones, ya está resuelto en cualquier texto de Shakespeare más fácilmente que en el análisis, no tiene control, marco, razón. Caramba, que son pasiones. Amor y odio. Listo.
En Argentina, debería concluirse, con dolor o con alegría, que la democracia es una prepotencia y una injusticia, según se esté mandando u obedeciendo. Que la democracia, en Argentina, es pasional.
Dos ejemplares y un solo problema verdadero. Democracia y pasión. La síntesis peronista da nuestro ADN. Los ejemplares en cuestión son modelo básicos.
Uno no llegó a desenvolver su ovillo. Bebió todos sus roles demasiado rápido.
La otra abandonó el relato con paradigmas y se metió en la huella. La huella dice “baby, no hay mas porvenir que el día por día”.
El peronismo fue el “cabecita” prole que tomó todas las conquistas gremiales de un sorbo y fue la clase media súper baja que proveyó el salto universitario del 1960/70. También los nuevos ricos que desordenaron los libros de etiquetas y del “Quien es quien en la sociedad argentina”. Hoy cualquiera es peronista.
Ambos, la lili y el diez, piden, a las autoridades que nos mandan, acciones que les favorezcan. Anuncian, bajo apercibimiento judicial, decisiones extremas. Daría un brazo. Sería Juana de Arco. Me cortaron las piernas. Perdí las hormonas. Nadie se hace cargo de sus culpas. La democracia, si el eje es el voto, exige que los votos, que se cuentan de a uno, como decía el General, determinen el mando. Y la aceptación.
Carrió y Maradona sirven para determinar, en este oktubre, sin el Che, sin cumpleaños del viejo, sin la negra, que la democracia, en mi país, es una forma enferma de la pasión y que todos, al cabo, somos pasionales.
Nota: cuando CFK se queja de los jueces que fallan distinto a sus caprichos en Papel Prensa, Glaciares, CTA, la 125, el Fiscal santacruceño, el terrorista chileno, la AFIP, reformula aquello de los perros sarnosos que saldrán de sus madrigueras. Cristina es Evita, es Elisa Carrió, es Maradona. Deberíamos cambiar el título: en Argentina vivimos y creemos en la democracia pasional. La pasión, es de manual, se ejerce. Amor. Odio. Volver a empezar. De aquí a la eternidad.

Raúl Acosta
Testigo

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