Google+ Raúl Acosta: El símbolo del símbolo

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El símbolo del símbolo

La clase media tuvo una tragedia que conmovió a la ciudad, a la región y al país.

La clase media se conmovió. Es la clase que moviliza. Hubo un acto donde todos los que trabajaron para salvar lo posible se encontraron. Pura emoción.

Los que recibieron un diploma no tenían otra cosa que lo más valioso, la emoción. Con la emoción los símbolos.

Un símbolo no es otra cosa que un punto incandescente. Brilla para siempre. No se explica externamente, se remite a sí mismo. Nunca se termina de conocer.

Hay que buscar muy atrás en la ciudad para encontrar ese valor, de lo simbólico. El capital simbólico de una ciudad y de su gente, obvio. Acaso el Rosariazo. Hoy todos participaron, todos fueron, todos son esa novela que tuvo como protagonistas solo a algunos y que ha sido relatada por todos hasta la conmoción. Aún hoy conmueve el Rosariazo. A ese romance pertenece la tragedia de Salta y Oroño, que conmoverá a muchos por muchísimo tiempo. Los que saben leer a la sociedad se dieron cuenta. Hay ejemplos.

María de los Ángeles González ,"la Chiqui", con ese fulgor que a su vida le dio el peronismo entendió lo popular de la risa y el llanto. Vio “lo simbólico” en Salta y Oroño. Lo escribió, lo ejecuta. Hay en la ciudad y la región una particular mirada sobre "lo popular". Ha comenzado otra realidad. Otro imaginario. Final: el símbolo.

Los hechos trágicos de Salta y Oroño re definieron roles. Asignaron a los actores su posición. La puesta fue de pesadilla y a la vez la mejor resolución. Una escenografía cruel definió el futuro.

Fuera el amarillismo tan al uso en Buenos Aires. Fuera los avivados. Todos cerca. La ciudad mirándose. Tocándose. Abrazos.

El futuro comenzó a definirse, seguirá haciéndolo, por el mapa. " Estuve a cinco cuadras, vivo a trescientos metros en línea recta..." “Oí la explosión desde 27 y el río”.

No hay modo de escapar a "lo simbólico". Desdeñar, menospreciar, reírse de los símbolos no es bueno para los que creen como para los que no creen. Hay antecedentes de esta errata. Queda el mañana. El poder de los símbolos está en esa cuestión del almanaque. Los símbolos atraviesan almanaques.

Una intendenta que debe entender que es la viuda de una ciudad estremecida.

Una población que asume el trance y lo participa.

Una provincia, sus autoridades, que acompañan (supieron bancar a la "Chiqui") y el relato que ya no se puede frenar.

No es un barrio perdido ni son unas casillas incendiadas, es la ciudad derrumbada tras la posible imprevisión de Litoral Gas, de los controles, de todos.

Una ciudad es como un estado en la pos modernidad. No se funde ni se rinde, pisa sus llagas y sigue. No se derrumba.

Sobre las ruinas de Salta y Oroño la ciudad, Rosario, se pone de pie y canta su solidaridad. Quedan las discusiones coyunturales. Un empresario que ve la fisura, un artista con remilgos o miedos, otros lanzados, celos, coyunturas. Fruslerías. Hay aprovechados y conmocionados. La vida es eso. El momento no se detiene y la flecha (del tiempo) hace lo suyo. Los símbolos, conviene recordarlo, trascienden lo sólido y lo contemporáneo.

Para el Rosariazo fue necesario, tras la valorización, la doble lectura y la posterior revalorización. Otros tiempos, otros medios. Siglo 21. Son" los medios" los que definen, desde la coyuntura, el medio tiempo y la eternidad. Rara cuestión sin manejo científico o racional. Por debajo del manejo una memoria, también simbólica, que nadie desata porque se maneja sola y ya viene desatada.

Mónica Fein no debe dilapidar su luto. Por lo pronto nadie se lo disputará.

Los actores sociales deben mirar el hecho con la generosidad imprescindible. No hay dueños de la tristeza. Acaso culpables. Todos nos subimos al tren de la esperanza. No hay colados.

El siglo 21 tiró su primera señal. Esto no es conmoción y trampa del siglo 20 ni son sus armas ni sus propuestas, mucho menos sus soluciones. Tocó la campana, señores dirigentes, no hay más estampitas de lo viejo, se deben procurar nuevas utopías. La ciudad creció. Se maneja sola y tiene nuevos caminitos. Hay un anuncio muy fuerte. Muy visible.

El símbolo de los símbolos. Se deben cambiar los objetivos. Esta ciudad ya creció. Exige algo más que socorristas y bomberos emocionados, muy emocionados. Son ellos y su emoción los que indican. Nos programaron, cumplimos. Hay un futuro que no entiende racionalidades, entiende de abrazos y propuestas. Propuestas al mañana. Después de la muerte viene la vida. Es el ciclo.

La tragedia abrió la puerta al mañana. El que se escondió se embromó. Los dirigentes del siglo 20 deberían entender. El valor de lo simbólico se come, por construcción, a los que niegan la emoción y lo inexplicable.

El símbolo del símbolo está claro. Clarísimo. Si Rosario es otra sus dirigentes deben ser otros o no serán sus dirigentes; apenas un silogismo maltrecho, un símbolo del pensamiento. Otro.

1 comentario :

  1. Estas Páginas en las que la Poesía se expresa a pesar suyo y dice de la realidad política son memorables, Bigo.
    Mis respetos a este Poeta que sabe cómo Poetar por afuera de la Poesía haciendo tanta Poesía.
    Un Beso.
    Virginia.

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