Google+ Raúl Acosta: Carrió es el límite

miércoles, 29 de octubre de 2014

Carrió es el límite

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 29 de octubre


Sobre el final de 2014 las cuestiones de política y sociedad comienzan a definirse.

Habrá uno, dos o tres peronismos en las elecciones de 2015. La cuenta siempre ha sido sencilla. El total del peronismo suma más del 50% de los votos escrutables. Dividirlos es necesario. En ocasiones se dividen solos. En otras, que se parece a esta de 2015, se dividen y confrontan. Nada nuevo. Simple regeneración de tentáculos.

La alianza que triunfó, con De la Rúa, Álvarez, Fernández Meijide, Terragno, Carrió, Binner y otros, llevaba un eslogan que, como tal, definía las cuestiones coyunturales: “Somos más”. El sujeto tácito era único. Más que ellos, más que los peronistas, más que Menem, más que Duhalde. Simple matemática y una certificación. La división Menem- Duhalde permitió el triunfo, pero el rejunte impidió gobernar; es mentira que el peronismo derrocó a De la Rúa. Su ineptitud facilitó una caída tan inevitable como la manzana de don Isaac. Somos más que Menem-Duhalde, los de la Alianza eran menos que las circunstancias.

Nunca se terminará de resolver si De la Rúa fue un inepto o todos acompañaron su ineptitud cercana a un diagnóstico médico. Autista político. Ya pasó.

La Carrió sabe esto. Sabe que una alianza de todos los antiperonistas es un rejunte. Todos los radicales lo saben. Carrió es radical. Es parte del radicalismo desde su Chaco natal, donde “algo se mueve en el fondo”... (diría Tejada Gómez).

La Carrió no ha denunciado la discriminacion y miseria chaqueña. Por algo será. Sus denuncias se plantean en el centro de Argentina, la “Capital Federal”, Caba y mas específicamente: en los canales de televisión. Pero no denuncia las miserias provincianas. Denuncia golpes de Estado y cataclismos. Denuncia la caída del régimen. El fin de una era. Denuncia en la total certeza de que tendrá un momento de gloria con su acto. Multiplicarlos es su diligencia. Acentuar la potencial amenaza que descubre es una necesidad de construcción. Denunciar siempre lo mismo aburre, no provoca renta, no da rating.

Sin la televisión y sus naturales dotes la Carrió no tendría los puntos (de rating) que miden sus intervenciones. Son estas, las intervenciones periodísticas, las que la mantienen en alto.
Si se mira su característica de divisionista, algo de la vieja índole radical la acompaña. Ella agrega su impronta. Su fortaleza es la denuncia. La denuncia y la sorpresa. Pocas personalidades públicas manejan tan bien este argumento. El movimiento inesperado en el relato. Ya todos saben que la Carrió en un momento responderá a su índole y resolverá por sí y para sí el próximo movimiento.
Una de las naturales diferencias entre dos actores políticos, el dirigente y el periodista, es la calificación de las noticias. Quien anuncia un terremoto tendrá mucha audiencia, el periodismo se justifica y crece, los constructores de una sociedad se enfurecen. No hay terremotos, hay secuencias de movimientos sociales. Instantes. Momentos. Circunstancias. Los políticos construyen con una lógica que no es la del periodismo. Dos miradas. Actores sociales. Diferentes lugares.

Quien sostenga una relación política con la Carrió debe saber esta construcción basal. Dará rating y audiencia su cercanía. Destrozará toda construcción colectiva porque esta, la construcción colectiva, requiere de sostenes de ida y vuelta, condescendencia, solidaridad, pacificación. En la suma y resta muchos creyeron que les daría brillo su cercanía y pocos advirtieron que el brillo es fuego. Quisieron ser soles a su lado y son lunitas que se están yendo. Elisa Carrió es el sol.

Su más importante denuncia, la del financiamiento de la política por banqueros corruptos y barones de la droga, no tiene reciprocidad. No la acompañan en esa, acaso la más honesta y feroz de sus denuncias. Tan feroz que no la repite como debería. Y la clase política no la acompaña como debería acompañarla. Carrió es el limite. Tan cierto lo que dice que no conviene que lo diga.

Para la construcción política algunas cosas son tan elementales que da vergüenza mencionarlas, pero las vuelve impostergables que no se traten.

Si la señora Carrió quiere aliarse con Mauricio Macri lo elemental es llamarlo y decir quiero que transitemos juntos este camino, estimado Mauricio. Hagamos público este romance. Todos contra el peronismo. La oposición es contigo. Lleno eres de gracia. Enamorarlo por los medios sin hablar con él es tan inútil como fastidioso. Que ningún periodista le haya preguntado si conversaron solo sirve para calificar la intencionalidad de los colegas.

Cuando dice que sus aliados son imbéciles la calificación, acaso cariñosa y campechana, no exime a la otra parte. Aliados en el FAP Unen que no han replicado. Rarísimo. Asimilaron un cachetazo que corrió el limite de las ofensas y del lenguaje. La pregunta también es insoslayable. señora: ¿quiénes son los imbéciles? ¿Estamos dentro o fuera?

Cuando en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, y públicamente, en su discurso, sostuvo la necesidad de un homenaje a Jorge Obeid, el mejor gobernador de la provincia de Santa Fe, etcétera, etcétera, con la bancada socialista presente, la Carrió también corrió un límite.

Esta nueva frontera de lo que se dice y no se debe decir y de lo que está bien decir, y sostener las consecuencias según se haya dicho, la señora Carrió corre con ventaja. Es ella y su universo.
Tengo para mí que su competencia como sol, en cuya atracción giran planetas como Carlos Comi y Pablo Javkin, es con otro sistema solar. El de la señora Cristina. Allí también quien habla es Cristina, no debe responder a nadie, porque es viuda y el resto de los planetas deben mantener la distancia, la atracción, la fuerza centrífuga. Es ella y el universo, el resto barriletes cósmicos.

Argentina para algunos políticos es pre-Galileo Galilei. Para otros es un problema de censura, de límites de lo que se puede y no se puede decir. De lo que se desea y/o se debe aceptar de un amigo, de un aliado, de un socio, de otro argentino. Elisa es el límite.

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