Google+ Raúl Acosta: El último periodista

miércoles, 12 de junio de 2013

El último periodista

La ubicación oficial de un día del periodista, con agasajos, festejos, plácemes y zarandajas, provoca reflexiones. Éstas son algunas.

La diferencia entre el intelectual orgánico, al que refiere Gramsci y la del periodista orgánico, locutor orgánico y publicista orgánico es la que baja de la teoría de uno de los pensadores fundamentales del siglo XX (Gramsci) a lo que oferta la actualidad. Hay en Argentina, en Rosario, muestras eficaces de lo dicho. Debería agregar a Carlo Goldoni dado que los "arlequinos" superan al clásico. Sirven a más de dos patrones.

La broma que los canillitas son periodistas no es broma. Es el juego del último eslabón de una cadena comercial. Sin la cadena comercial el juego no tiene sentido. Alguien paga al periodismo, a las herramientas, al soporte.Electricidad, papel, cámaras, estudios, residencia. Sueldos. Suponer que el periodismo es gratuito o puede ejercerse sin costo es una malversación de la vida, de la realidad. Un gran error de los teóricos de la comunicación es trabajar sobre un supuesto ideal. No hay paraíso y en la tierra las cosas tienen valor y debe entenderse así. Es un fenomenal contrasentido leer a los teóricos insistiendo en el romántico periodismo a ultranza, contra viento y marea, puro amor, pura pasión para defender una realidad costosa. Alguien paga. Siempre.

En las diferentes escuelas, en los muy diversos claustros donde se enseña periodismo han resuelto con eufemismos la cuestión. Licenciado en Medios de Comunicación. No es periodismo. Es más.

Muchos profesores de las carreras afines no han tenido, no tienen un trato diario con el oficio, no tienen una redacción, una sala de producción y menos, mucho menos un departamento de ventas en la pieza contigua. Hay que indicarlo porque reviste importancia en el encuadre en el que se trabaja la carrera. Sin la realidad la teoría es artificio.

Son muchos los alumnos que llegan a las carreras terciarias con el relumbrón de un programa de televisión o el amor por una columna de un periodista estrella. Es bueno que la ilusión acompañe al estudio. Muy bueno. Mejor es que se llegue sabiendo que los rudimentos, aún los que parecen sin sentido, terminan siendo soportes esenciales a la profesión. El que no estudia es un burro. Periodista burro.

Todas las escuelas son positivas en tanto y en cuanto los profesores exijan y los estudiantes cumplan un presupuesto básico. Mayor bagaje teórico mejor respuesta práctica. Los hay, conozco el tema, que llegan y confiesan: nunca escucho radioemisoras, no leo el diario local. La deformación que significa escuchar una batería de temas musicales sin contacto con la realidad, la ignorancia del periódico y la imposible presencia del televisor pone a estos alumnos en una situación de virginidad exagerada. Han tomado una decisión de vida y no han entendido que la tomaron. El periodismo es una decisión vital. Y el dónde, el cómo, el cuándo y el por qué no está en sus planes. Doy fe. Son muchos.

Otra desconsolada diferencia entre la vida y la ilusión de vida es el afecto, la pasión. La mayoría de los que se inician con rigor en el oficio tienen posición tomada en música, en deportes y en política. Convengamos que hay estudiantes de periodismo que no tienen resueltas estas cuestiones y suponen, claramente, un desaliento. Llegaron al sitio equivocado. Los primeros tienen pasión, los otros no tienen nada. Con la pasión se lucha, sin ella se sabe: No hay fuego.

Los mejores estudiantes responden, mayoritariamente, a un grupo familiar en el que hay inquietudes deportivas, musicales, políticas. El grupo familiar interesado en la vida en sociedad tiene a sus componentes activos, atentos. Cuando se habla de educación en retroceso hay que pensar que es inevitable sumar familias en retroceso intelectual, en participación. En todos los claustros se advierte una caída afligente en la capacidad creativa de una sociedad. La vanguardia se escapa del grueso.

La velocidad creciente de las herramientas suele confundir a quienes definen periodismo.Cuidado. Suelen definir periodismo según las herramientas. Se dirá que el mejor soldado es el que tiene mejores armas. El asunto es comparar soldados de la Edad Media con esta y concluir: sólo son soldados. Una cosa son las herramientas (las armas) otra muy distinta el soldado. El trovador de pueblo en pueblo era un periodista.

Las comunicaciones facilitan el mensaje. ¿Qué mensaje? Cuando se casó Raphael desde Radio Rivadavia, Argentina, alardearon porque lograron comunicarse con el cantante español en Venecia. El locutor animador preguntaba: ¿Qué hora es allá…? Darle significado de noticia a que la comunicación era directa definía el sentido final de la producción. Alardear de la herramienta deja al fin fuera de juego. Hoy sería tonta esa pregunta; las herramientas aseguran inmediatez. Igual, el recurso suele escucharse de vez en cuando. Las antiguallas resisten ante la velocísima modernidad. Otros se encandilas con el brillo de las herramientas. Azar, artesanía y técnica, definía Ortega y Gasset refiriéndose a los tres estados de la humanidad. Suponer que la técnica supera el deseo es esclavizarse, aseguraba el gallego.

El tema de las herramientas trae otra confusión. Las armas en manos de cualquiera suele confundir a los ‘cualquiera’ que se engañan creyéndose soldados. Las herramientas, las armas, no fabrican soldados, fabrican atrevidos y sus mensajes no son noticias, son molestias. Atrevimientos. Punto.

Arranquemos de nuevo. Ha cambiado el concepto de periodismo. Revisemos.La libertad escondida, enajenada, sirve para que un mensaje de salvataje se muiltiplique. Una sociedad esclava tira esos mensajes y se supone que los escuchamos. Hay ejemplos en el mundo. También en Argentina y de hecho en Rosario. Ese help tiene dramatismo y de hecho es un claro mensaje periodístico, de denuncia. No es periodismo. Multiplicando ese mensaje lo volvemos oficialmente noticia.

Comportarse en la vida diaria como si se viviese en un mundo donde estamos esclavizados trae varios riesgos. No es verdadero. Proporciona excusas para los excesos. Incide sobre la realidad. Desautoriza canales reales. Distorsiona el mensaje. Los instruidos y superados suelen ser condescendientes. Bueno. ¿Qué mal trae? Sobre una sociedad descuidada el mal es infinito.

Dos canales quedan abiertos. La viralización de un mensaje. El convencimiento que cualquiera es periodista y puede debatir la vida entera desde una tableta en el colectivo suburbano hacia Cucha Cucha al 2100. La noticia viral compromete más. Debe tirarse al infinito lo que pueda justificarse éticamente. El colectivo hacia Cucha Cucha al 2100 no otorga diploma ni certificado habilitante. En todo caso hay una imagen del último periodista. Juega con un fémur en el fenomenal final de 2001, la de Kubrick. De música suena un vals.

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