Algo se intuye por experiencia, esa palabra que disimula la vejez y la vuelve menos rancia, algo se intuye por experiencia. No todos los socialismos son iguales. Aparece la imagen de ese poster con los tres indiecitos y el distinto modelo de taparrabos. No todos los hombres son iguales, decía la leyenda al pie. El del taparrabos en exceso sonreía, socarronamente. Está claro que no todos los socialismos son iguales. Puestos a hilar fino no todas las democracias son iguales. Ni todos los pueblos. La globalización, por ahora, es económica y comunicacional. El soldado universal llegará, si ya no está entre nosotros, para domesticar a los distintos. Hum. Otro tema, más grande.
Esto es España, la cadena SER, del grupo Prisa, en el programa más importante de transmisión nacional de un lunes por la noche interrogan a Hermes Binner.
Esto es España, la cadena SER, del grupo Prisa, en el programa más importante de transmisión nacional de un lunes por la noche interrogan a Hermes Binner.
¿Es este socialismo mejor o peor que aquél? ¿Qué diferencias ve en los planes? Su socialismo ¿es más o menos social demócrata? Hermes Binner sonríe y trata de esquivar las balas mediáticas. Todo cuanto diga avanza sobre el total del socialismo. ¿Qué socialismo? Sabe que cuanto diga sobre la Argentina será firmado con su nombre y girado a la Argentina. Cuanto diga de España y el PSOE se volverá en su contra. La hospitalidad tiene silencios de almohada.
¿Es ésta la base del nuestro? ¿Qué socialismo enfrenta el siglo XXI y se gana el futuro? No lo dice, pero creo que Hermes Juan Binner, con el oxígeno que da la distancia, se preguntará lo que todos: el socialismo es teoría y práctica de solidaridad, transparencia, planes. Bueno, ¿y qué más? ¿Alcanza con el juramento de una vida de servicios?
El mundo tiene un problema entre representantes y representados. Hay países, doctrinas y ejemplos de quienes sostienen: los representados no volverán nunca más, sólo se merecen un relato, el que más les agrade, el gobierno hará lo suyo y relatará. Una cosa es una cosa y otra, muy diferente, rendir cuentas y confesar. Otros, China el más brillante, tienen una mecánica estatal, un protectorado que busca el Estado de bienestar de un modo imposible de explicar. ¿Cuánto resistiría la Argentina una presión estatal como la China? Le vendemos la soja, somos dependientes de su economía y chito la boca con el asunto de la democracia representativa. En China un hombre no vale un voto. ¿Y el bienestar? Gracias. ¿Por casa como andamos?
La frontera básica del socialismo es que no puede escaparse del dogma. Al Estado de bienestar con la democracia como forma de gobierno y el Estado activo La transparencia, la cooperativa , el trabajo mutuo y el ejemplo. En muchos sitios la práctica es diferente. Hermes Juan Binner tiene derecho a preguntarse lo mismo que los demás. El socialismo, aquel que se soñaba, camina por la calle siglo XXI aún sin numeración. El socialismo vive en estado de interrogación. Pretende seguir vivo, no convertirse en otra forma del relato, como los populismos, ese enemigo ingrato.
No es fácil, para estos socialistas europeos entender aquél, el de la Argentina. Aquí, después de la guerra civil, los muertos, la larga noche de Francisco Franco y el interregno en el que se prepararon, después de la transición, volvió la democracia atenuada, un reino y una república. Menudo lío. Con la democracia y el voto/sin obligación, el resultado trajo socialistas al gobierno nacional. España se integraba al mundo. Básicamente a Europa, y desde allí al mundo. Lo hizo el socialismo después que Felipe González dijese claramente que no era marxista. Ya con Franco, el turismo era el 33 por ciento del PBI español. Guau. Aún hoy hay más turistas girando en un año que los habitantes permanentes. Conservar la idea, la idiosincrasia, la cultura, no es sencillo. Sólo la historia, esa memoria inevitable de los pueblos sin complejos, los mantiene. Es una tarea. Más turistas que habitantes. Imaginemos un millón de turistas, en la suma, dando vueltas durante un año en Rosario. Cultura. Una fortísima historia común que está presente en todos los actos. A propósito: hay quienes, en Rosario, creen que 10.000 turistas son un montón.
En el programa se advierte el pueblo, distinto al argentino. Debaten un diputado del PRO, perdón, el diputado es del PP que es lo mismo pero sin complejos. Derecha pura y dura que dice: mantener becas estudiantiles sin rendición de cuentas ni solicitudes que indiquen qué dinero ganan sus padres está mal en tiempos de sequía económica. Se sublevan diputados de la izquierda, una izquierda recontra unida (IU), un imposible en la Argentina, y acompañan diputados de centro y del socialismo, claro está.
Binner está en la isla de la fantasía. Este programa no existe. Es un imposible en la Argentina. Debatir permanentemente con los diferentes, aceptarlo y ofertar un mañana. Trato de imaginar a un diputado del oficialismo argentino que resista a pie firme las acusaciones del socialismo y no aparece la imagen. Un diputado del FPV que resista la pregunta. ¿Década ganada y ley de emergencia? ¿Federalismo y economía y presupuestos centralizados y arbitrarios? ¿Oscurantismo de los actos de gobierno? Un imposible en el sur.
Hermes Binner no parece un extraño, es uno de ellos. El socialismo tiene eso de la continuidad. La conductora del programa político más escuchado en España es socialista y escucha sin interrumpir a comunistas y neoliberales que además gobiernan porque el socialismo de Zapatero metió la pata en la burbuja.
Binner habla de las diferencias debido al hiperpresidencialismo y escuchan, pero no creen. Respetan pero no se imaginan ciertas las palabras. En España debatir es alimento de la política, de la historia, de la cultura política. Un presidente que no debata, que no rinda cuentas abiertamente, mes a mes, en el Parlamento, es una fantasía sudamericana. Convenir la política como la desinformación no les cabe en las charlas. Cuando menciona (Binner) que no hubo partes diarios de la salud de la señora presidente vuelven a sonreír, no parece sencillo de explicar.
A la salida, la diputada de centro interroga sobre el vicepresidente. El affaire de la casa de la moneda y la máquina de hacer billetes trae otra vez la sonrisa. Miran el rostro del dirigente socialista y no ven el realismo mágico de García Márquez, no lo ven pero advierto que contar el día a día nacional no es sencillo, les gustaría que Binner sonriese y les dijese: fue una broma.
Las sirenas policiales, la noche y sus fantasmas urbanos nos invaden. Invitan a una famosa tortilla en el barrio viejo. Acepto. Sentado frente al plato caigo en la cuenta de que no acomodé el reloj de muñeca. A las seis y media de la tarde, según mi reloj de muñeca y el biológico, ataco torrejas y tortillas sin piedad. La cuenta la pagará mi estómago. La tortilla era buena, el hábito no acompaña a los jugos gástricos. Demasiada novedad. Sonrío. Debatir en democracia sobre el futuro a ganar, mientras manda la derecha y todos discuten, es una comida demasiado linda como para despreciar. La democracia no indigesta, esa sería la conclusión.
El socialismo se interroga acerca del mañana en mitad de un corpus. Gobiernos y oposiciones, aquí y allá. En realidad allá. Aquí, cualquiera sabe, las cosas no son iguales.
"En España debatir es alimento de la política, de la historia, de la cultura política. Un presidente que no debata, que no rinda cuentas abiertamente, mes a mes, en el Parlamento, es una fantasía sudamericana".
(Publicado en diario El Litoral, 14 de noviembre de 2013)
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