Otra cosa es el marxismo como filosofía, ya se sabe. Pocos libracos han ayudado a interpretar la historia como los fundamentos del tío Carlos y el tío Federico.
El peronismo, recordemos, insiste en su marchita militar: “combatiendo al Capital”. El marxismo es un interpretador de sueños escondidos, utopía de fin de semana sin chequera, festival de amantes de un mañana proletario, refugiado en buhardillas novelescas. El comunismo fue dolor de haber sido, vergüenza de ya no ser (torciendo el texto de la misa tanguera). En Europa es otra cosa.
El comunismo en Argentina supo terminar en burócratas que usaron/usan las rendijas del capitalismo para vivir bien y pensar mal, pero poco. En Argentina han vaciado el asombro. El comunismo adherido al peronismo más rancio. Epa. Bueno pues, sucede. Hasta eso les sucede.
Sentado en un café de Madrid una noche de otoño, benévolo otoño, el asunto se mira, se ve, se toca de otro modo. Estoy sentado comiendo un pulpo con quien es el nombre, el hombre, el titular de IU. Izquierda Unida. El 10% del peso político de España, según votos. Cito a Dolores Ibarruri y Santiago Carrillo. Yo, sujeto tácito, cito a los que alimentaron aquellos sueños de vida libre contra el franquismo, cuando se lo combatía al petisito de El Ferrol y había muertes, traiciones, torturas y más muertes. Algo de eso queda. La valentía, la convicción, el modo tranquilo y definitivo de mirar el mundo con la lógica del marxismo, pero con los pies en el territorio real, España, siglo XXI, año del 2013.
Cayo Lara es tranquilo y seguro. Me cuenta que fue concejal (invento el símil para no perderme en similitudes) y que peleó para que los pacientes, por el turno en dispensarios de salud pública, no esperasen fuera. “Nos comíamos los mocos fuera, conseguimos que abriesen la sala de espera en la madrugada de aquellos inviernos”. Laburo puro y duro junto a su gente. Un comienzo de reivindicaciones que no cesan.
“Buscaban alguien que fuese igual a los demás, alguien del pueblo”. “Ya llevaba yo varias marchas y cortes de la carretera por los asuntos injustos, siempre fui del partido y siempre supe que debíamos trabajar unidos”. Cayo Lara viene del (pongamos) gremialismo. Más exacto, de sectores campesinos. No es grandilocuente ni “blablasero”. No tiene bla bla. No intenta venderme un discurso de burgués disimulado. Es comunista, marxista y punto. Sorprende una pregunta suya: “¿Cómo era Evita?” (tiene en sus manos un libro de mi autoría, acaso una biografía maldita del peronismo, “Perón y su tiempo”, donde intento mirar al viejo con ojos cuasi marxistas).
Cuento de su muerte en 1952 (el año de su nacimiento) y de una llamarada, ya que entra en la política social sobre 1946 y muere seis años después. Muere con 33 años, le aclaro, para marcarle que fue con 25, 26, 27 años que arrancó su flamígera presencia. “Esa mujer vino a España y recibió una carta de una militante que sería fusilada y ella pidió a Franco y a su mujer por la militante, que fue perdonada, no la fusilaron. Se metió en la política de España, avisó que no bajaba el trigo de los barcos si no la perdonaban a (ahá. Maldita memoria no recuerdo el nombre que menciona Cayo Lara pero, ¿hace falta?).
‘Soy el coordinador de las fuerzas de izquierda. Creceremos. El Psoe, socio natural del PP, intenta robarnos banderas. La hicieron toda mal, corruptos y entregados al sistema, pretenden volver. La de transparencia y no corrupción es nuestra bandera. Gobiernan Andalucía con nuestros votos para alcanzar la mayoría en el parlamento andaluz, pero a la Susana Díaz (la estrella del Psoe, una rubia andaluza de 40 años, que ganó las elecciones indicando que lo suyo sería cero corrupción y que en 2015 podría llevarse puesto al Psoe nacional) nosotros la marcamos. Debió jurar que no aceptará corruptos. Eso pactamos, varios puntos comunes. Un pacto de programa de gobierno... Es duro, somos co-gobierno. Estamos dentro...”.
Agua con gas, pulpo, manzanilla y té común. Largas horas. Pagará la cuenta y romperá la factura. No hay viáticos. No lleva alhajas ni ropa cara. Un común, un comunista. En Argentina jodieron acompañando a Martínez de Hoz y Videla, deslizo suavemente. No oye. El comunismo español es parte de un sueño, honesto sueño que no terminó, que lucha por escaños, reivindicaciones: conducta.
A la memoria de Raúl González Tuñón, a quien reverencio; le hubiese gustado escuchar un comunista siglo XXI. Acaso estuvo, Cayo Lara al igual que Raúl, que Enrique, que Federico, que Pablo, puede tomarse todo en broma, todo menos la canción. En Madrid, afortunadamente, ya no está la sangre por las calles.
(Publicado en diario El Litoral, 24 de noviembre de 2013)
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