Google+ Raúl Acosta: Asma y vinilo

miércoles, 29 de enero de 2014

Asma y vinilo

La muerte de Alberto Carlos Vila Ortiz, "Gary", sirve para reflexionar sobre aquello que amamos, la ciudad, sus personajes y una forma de vivir que amenaza perderse, puede, acaso ya sucede. Tal vez "Gary" se llevó una sustancia de la ciudad, cuando aun no era región.

Gary fue un personaje de la ciudad, del centro de la ciudad, de ese cosmos infinito de las letras, la poesía, el periodismo y las libertades individuales que, sobre el lomo del siglo XIX y el XX, dieron un código ético, una estética y una forma de comportamiento social.

Con "Gary" se demuestra una de las definiciones de amistad. Muchos sostenemos que el amigo no reinicia una conversación, que siempre está ese diálogo que la define; con el amigo el diálogo es el mismo aún cuando pasen años sin verse, sin hablarse. Con "Gary" no había presentación y representación del encuentro. Se seguía aquella discusión, aquella complicidad de encuentro anterior y el siguiente y otro y otro. El desparpajo y la mirada de esos ojos despejaban dudas. "Gary", si es que tenía segundas intenciones en una conversación, en un tema, las mostraba por delante.

La ciudad le debe, mas allá de la sala del Teatro El Círculo, que memora a su tronco familiar, un reconocimiento a Gary. Acaso un paseo, un tramo del paseo en el Parque Independencia, cercano a su "Ñul". Sería reivindicar la poesía, el periodismo y la calidez de su trato para con la ciudad y su alma.

Desde 1960 tuve trato con "Gary". Compartíamos la certeza de la ayuda de Bioy a Borges, las telas inglesas, las medias gruesas, el corazón enamoradizo, la poesía, Humprey Bogart y los detalles de filmación "El Halcón Maltés" ; también los vinilos. El trompetista blanco, Bix Beirderbecke (Leon Bismark Beiderbecke, "Bix" Beiderbecke, (Davenport, Iowa), 10 de marzo de 1903 - Nueva York, 6 de agosto de 1931) y Scott Joplin, el pianista negro (Scott Joplin (Texarkana, Texas, Estados Unidos, 24 de noviembre de 1868 - Manhattan, Nueva York, Estados Unidos, 1º de abril de 1917) todo acercaba a "Gary". Ayudaba sin dobleces a los poetas, una forma muy clara de ayudar a la poesía. Gary tocaba en el piano aquel tema de Joplin: el entretenedor, que con la película "El golpe" trajo de vuelta a los primeros pianistas del jazz. Le gustaba el "ruidito" de la púa friccionando sobre el surco del vinilo, irremplazable, decía, y era su definición. En realidad era un enamorado de su tiempo. Esos discos eran de su tiempo. El asma, como si fuese un bandoneón irredento, también fue su tiempo.

El tiempo de "Gary" fue de liberalismo, de aquel finisecular, de las libertades individuales. Nunca tuvo preferencia por alguien debido a su pensamiento y me consta, soy constancia, que no elegía nada más que por amplitud. Un primer poema en el diario que fue parte de su vida o un cuaderno de poesía de "la muni". Todo entregaba sin dobleces, sin moneda de cambio.

Gary siempre llevaba papeles en la mano y lo he dicho otras veces, el distraído de una cosa es un atento de otras. Él era un atento a las cuestiones del hombre y de la ciudad. Que un día el diario saliese sin las listas de las quinielas era su distracción, en rigor su atención a una formidable discusión sobre Herman Melville y la alegoría de la ballena blanca en la sociedad inglesa, no señor la norteamericana, que si que no. Allá fue La Capital a los canillitas sin la quiniela de la noche.

Junto a Hugo Posadas (Becherucchi) y "el narigón" Suriani en las tardes de "la ocho") el programa "Cara a cara" traía la discusión por algo, la distracción de algunas cosas y la intensidad de otras. Fue el último en dejar este tiempo, el siglo XXI en su caso.

Su relación con la radio y la televisión fue inmensa, su corazón es de papel y tinta negra, pero le sobraba intensidad por la vida. Aún retumba su definición sobre el periodismo y la negación de la supuesta independencia ("un periodista no puede ser independiente, el periodismo no es independiente…"). La relación con Raúl Granados, con Pablo Cribioli, su forma de entrar en la televisión como si fuese su casa sirve para guardarlo como uno de los que nunca le tuvo miedo a la palabra, la improvisación y el compromiso. Gary fue en los medios como en la vida, sin dobleces. Si de alguien se puede decir sin vueltas que fue un demócrata y un progresista es de Gary y ese fue su único partido político.

En la librería de Perico nos vimos la última vez, antes de la presentación de la Antología de los que en la década del 60 publicamos nuestros primeros poemas. Tomaba algo en una mesa, con su pareja. Está incluido. Discutimos sobre cuando publicó su primer poema y se asimilaba a la década del 50. Escribió sobre el asunto en las páginas del domingo, había vuelto a escribir en el diario y sus textos dominicales eran una suerte de respiración final que lo puso de nuevo en alegrías ( un periodista es feliz laburando) y de las alegrías nadie quiere volver.

Estoy seguro que su corazón flaqueó, como un bandoneón y que su oído recibió, por la última vez, alguna vieja melodía de jazz. No era "creyente". Respetaba el cielo de los demás. Donde sea que esté, si debo elegirla, la melodía para despedirlo fue escrita en 1927: "Jazz me blues" (el jazz me entristece). Eso provocó su muerte.

(Publicado en diario La Capital, miércoles 29 de enero de 2014)

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