Google+ Raúl Acosta: Se van dejando el sistema político destrozado

martes, 27 de enero de 2015

Se van dejando el sistema político destrozado

Sergio Berensztein en La Vereda de Enfrente




-Sergio Berensztein es analista político, es columnista del diario Perfil, y su último artículo, que estoy leyendo, “De la crisis, que generó el gobierno, sólo se sale con mejor democracia. Isabelita 2.0”. Decís acá: “Se habla casi nada de libertad, casi siempre de lealtad. Se anula el diálogo, el respeto al otro, la construcción siempre enredada pero imprescindible de acuerdos.” ¿Estamos lejos de la democracia, Sergio?

Lamentablemente sí. Yo creo que en los últimos años se ha profundizado la tendencia que ya estaba en la década del 90. Falta diálogo, falta que los argentinos encontremos fuerzas comunes de trabajo como para que la política se oriente usando objetivos estratégicos. Y lo que tenemos es un proyecto personalista, de construcción del poder con listas hegemónicas, poco transparentes, que usan el Estado para hacer negocios y, en todo caso, para ponerlo al servicio de proyectos personales. Este caso tan patético, el caso Nisman, sintetiza los problemas.


-Yo creo que más allá de la frase, que esta muerte es un quiebre o que es una bisagra, creo que el mundo entero se entró a fijar que las cosas acá no andan bien y que de ninguna manera un relato puede cambiar un asesinato, Sergio.

Coincido con vos. Vos sabés que el impacto que ha tenido esta noticia, no sólo el asesinato del fiscal Nisman, sino también de la denuncia que él había hecho.

-Sí. Me corrijo:la muerte.

La muerte. Es tan enorme el impacto, tan negativo, porque devuelta Argentina aparece en las páginas de los principales diarios del mundo como un ejemplo de impunidad, como un ejemplo de un sistema político disfuncional. Mirá, antes la seguridad jurídica se ponía en juego en las inversiones, en la ruptura de contratos; ahora a seguridad jurídica es que están matando los fiscales que investigan las principales causas del sistema judicial. Con lo cual, realmente, implica un retroceso muy significativo, en todo caso pone blanco sobre negro respecto de lo que tenemos hoy en Argentina, y es un gobierno que acaba su ciclo, su mandato, dejando el sistema político destrozado.

-Sobre esto, creo que va a ser absolutamente imposible de evitar. Las tragedias no tienen pasado ni tienen presente, tienen futuro, están al día con nosotros. Las tragedias nos acompañan. AMIA está hoy, 20 años después, tan presente que no hay almanaque que la pueda esconder. Y esto es porque no se ha resuelto. Si las tragedias, como esa, no se resolvieron, y se le suma Nisman, el futuro no es muy bueno, porque esas tragedias acongojan pero también no dejan tranquila el alma popular.

Coincido totalmente. Y creo que el lado positivo es que tenemos un año con elecciones, vamos a elegir representantes, vamos a elegir autoridades en el poder Ejecutivo a nivel provincial, a nivel nacional, incluso a nivel local, y es una gran oportunidad para que nos expresemos de forma contundente respecto de qué queremos, si es un país igual al que tenemos ahora, un país caracterizado por estas tragedias, por estos abusos absurdos por parte de una política que ha demostrado que sabe fracasar, es decir la destrucción de la moneda, es un gobierno que defaulteó la sociedad en el vacío que hay respecto de la demanda por seguridad, y encima ahora terminamos con el asesinato de un fiscal que estaba investigando el hecho de terrorismo de Argentina y que había acusado a la Presidenta y al canciller de un delito increíblemente significativo como asunción de justicia y protección de los acusados por ellos mismos, ¿verdad? Con lo cual yo tengo un sabor muy amargo y al mismo tiempo creo que hay esperanza, porque tenemos la posibilidad de, efectivamente, expresarnos mediante el voto. Esto es parte de la democracia, no es toda la democracia; la democracia es votar, pero también es participar, es opinar y es, en todo caso, encontrar un lugar que nos permita influir en la toma de decisiones cotidianas que toman nuestros gobernantes.

-No sirven para nada las cuestiones autorreferenciales, pero por cuestiones familiares tengo muchos de mis personajes cercanos en la familia entre 25 y 35 años, y la pregunta y la autorespuesta la respuesta era “¿tenemos que irnos? ¿Debemos irnos? ¿Para qué seguir, por qué quedarnos?” Cada uno de ellos maneja idiomas, esas cosas, y la respuesta es “quédate y peleemos”. Pero yo no sé si esa es la respuesta, porque el mensaje que viene no es el mejor.

Honestamente, yo creo que este es un mundo no hay lugares tranquilos prácticamente. Ni siquiera los países desarrollados hoy presentan horizontes de desarrollo personal, familiar. Y, por el contrario, La Argentina tiene un potencial extraordinario en la medida en que la sociedad civil se compone obviamente al mundo de lo público y tratemos entre todos de hacer una diferencia positiva. Me parece que vale la pena quedarse y pelear. Obviamente no es fácil. Nada es fácil en la vida. Pero, yo diría, lo peor de todo sería abandonar la lucha, entregarles el país a quienes han producido este desastre. Hoy, dentro del aparato estatal, está lo peor de Argentina. Donde tocás el Estado hay pus, está todo podrido. Esto, cambiarlo, va a tardar bastante tiempo. Pero si nos dejamos vencer por esta inercia y por esta situación tan traumática sería realmente, me parece a mí, sin pelear, vencer esto… Viví en el exterior, y tengo todavía muchos amigos que viven en el exterior, y realmente todos hemos sentido amargura respecto al país, por no poder ayudar, porque la impotencia que te da vivir afuera mientras tus amigos, a tus familiares, les va mal acá o a tu país le va mal, es realmente muy frustrante. Yo creo que vale la pena quedarse, dar la pelea y, en todo caso, de a poquito intentar sacar las cosas para adelante.

-Una de las últimas conversaciones contigo hablábamos de narcotráfico, de poder narco, de capitalismo narco y de cómo este había infeccionado en la sociedad argentina. Este es otro drama, ¿no?

Sí, pero fíjate, Bigote, forma parte de lo mismo, el fracaso del Estado de resolver las cosas más obvias, más sencillas. Vos sabés que curiosamente hay lamentablemente vasos comunicantes entre el mundo de los servicios de inteligencia, el mundo, digamos, de las cloacas del Estado y también el mundo del narcotráfico. Así que cuidado con eso, porque estamos hablando de dos manifestaciones del mismo problema. Y yo creo que en la medida que podamos transparentar, precisamente, el manejo discrecional del fondos y de recursos públicos, incluyendo la información, vamos a poder ir de a poquito fortaleciendo la parte legal y necesaria del Estado, que no es la que hoy predomina. La verdad que el kirchnerismo es responsable de haber agrandado lo peor del Estado. Y nosotros tenemos que tratar, de a poquito, con un proyecto a mediano y largo plazo, de que construyamos en Argentina Estado democrático, transparente, al servicio de la sociedad y no al servicio de quienes los dominan y cooptan para hacer negocios y hacer proyectos personales de poder.

-Tu titular de Isabelita 2.0 me lleva a una imagen: yo estaba vivo y laburaba de periodista en aquellos años tan locos, y lo que se me ocurrió es que a Isabelita le contaban una historia y esa pobre mujer nada sabía, salvo lo que le contaban; en este caso creo que lo que espera esta señora es que los acontecimientos se conviertan en ayer, porque sobre el ayer ella puede cambiar el relato. Y la verdad, le molesta mucho la constante, el presente, espera que todas las cosas se conviertan en pasado, como con Cromañón, como con el Papa, espera encontrarlo en el pasado para convertirlo en un relato positivo. La realidad cruda y dura le molesta.

Totalmente de acuerdo. Yo creo que hay, obviamente, enormes diferencias entre ambas épocas, pero hay también esas similitudes tan preocupantes que, digamos, esa idea de que la presidencia pierde contacto con la realidad, ¿no? De que la agenda de la ciudadanía va por un lado y la agenda del poder va por otro. Esas me parece que son similitudes que valen la pena resaltarlas porque, obviamente, aquella terminó en tragedia y esperemos que esta vez detengamos esta inercia tan destructiva a tiempo.

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