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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Borges y Perón

Por Raúl Bigote Acosta

Nota de opinión publicada en diario La Capital el día miércoles 11 de noviembre


Jorge Luis Borges. Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, estudió en Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los escritores ultraístas. En la década de 1930, a causa de una herida en la cabeza, comenzó a perder la visión hasta quedar completamente ciego. A pesar de ello, trabajó en la Biblioteca Nacional (1938-1947) y, más tarde, llegó a convertirse en su director (1955-1973). En 1961 comparte el Premio Fomentor con Samuel Beckett, y en 1980 el Cervantes con Gerardo Diego. Murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986.

Juan Domingo Perón (Lobos, 8 de octubre de 1895-Olivos, 1º de julio de 1974) fue un político y militar argentino, elegido tres veces presidente de la Nación, y fundador en 1945 del peronismo, que desde entonces es una de las corrientes políticas con mayor adhesión en la Argentina, sobre todo en la clase obrera y los sectores sociales más postergados. El surgimiento del peronismo como corriente política con identidad propia fue un proceso que comenzó a fines de 1943 y se concretó en 1945, como resultado de una alianza del coronel Perón con la mayoría del sindicalismo socialista y revolucionario, y parte del sindicalismo comunista y anarquista.
“El Gaucho Martín Fierro” es un poema narrativo, escrito en verso por José Hernández en 1872, obra literaria considerada ejemplar del género. Debido a que tiene una continuación, “La vuelta de Martín Fierro”, escrita en 1879, este libro es también conocido como «La Ida».

Ambos libros han sido considerados como libro nacional de la Argentina, bajo el título genérico de «El Martín Fierro». En «La Ida», Martín Fierro es un gaucho trabajador al que la injusticia social lo vuelve gaucho matrero (fuera de la ley). Narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra de la política del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento de reclutar forzosamente a los gauchos para ir a la frontera.

Uno de los mejores momentos de “La vuelta de Martín Fierro”, la secuela de “El gaucho Martín Fierro”, que José Hernández escribió en 1879, está marcado por la presencia del Viejo Viscacha (tal la denominación que le da el autor y no “Vizcacha”, como se empeñan en denominarlo muchos docentes, críticos y reseñistas).

El Viejo Viscacha personifica al gaucho bandido y ladino que aprovecha cualquier circunstancia para obtener una ventaja y que no duda en practicar el robo o el engaño para salirse con la suya.
Hasta aquí lo que se encuentra preguntándole a internet sobre estos personajes. Es a este personaje (Viscacha) al que refiere la señora presidente cuando dice, en un discurso de “cadena nacional”, que ella será “la vieja viscacha” de Daniel Scioli; sin consignar, al menos en ese discurso, encadenado nacionalmente, si compondría el mismo personaje literario si quien resulte presidente no fuese de su proyecto.

Borges tenía dos grandes reparos al Martín Fierro. El racismo manifiesto. La apología del ventajero. El primero por la payada con el negro, el segundo el personaje: Viscacha. Estos dos reparos no le impedían reconocer la existencia del libro como un libro mayor de Argentina.

Perón tenía este libro como una de sus citas obligadas en la conversación personal. Gustaba cerrar cada concepto con una cita en verso del libro y al capítulo del personaje. Se sonreía citando al viejo Viscacha.

Borges, un liberal decimonónico, centraba en la libertad su posición con la sociedad. Perón, un militar orgánico, fijaba en la disciplina su doctrina. Nada mas lejano del liberalismo que la obediencia debida sus comportamientos la doctrina peronista.

Tuvieron fuego cruzado. Se repelieron sin pausa. Caben a Borges los improperios directos al régimen y a los “nacionalistas” o “falsos nacionalistas” el anatema al escritor. Es curioso como cierto marxismo a la violeta vituperaba de Borges con igual o mas saña que los ultra nacionalistas. La secuencia no fue única, suele repetirse.

No hay muchas dudas sobre un ensayo que concluirá, cuando se escriba, que fueron anverso y reverso de una moneda argentina. Acuñada hace tiempo y sin matriz que reproduzca sus relieves originales.

Es a Borges a quien se le atribuye la tipificación del peronismo: “Incorregible”. Es al peronismo al que debemos “el ser nacional”, aquel fenómeno consignado por Hernández Arregui y resignificado por Cooke como el “hecho maldito” de nuestra burguesía.

La burguesía de Borges. La misma que vota (“la chusma valerosa” indica Borges) y pertenece a la movilidad social ascendente de la que se vanagloria el peronismo cuando se define policlasista.
Es a Perón a quien debe imputarse la conformación de la sociedad del fin del siglo XX.

Hay un punto de fuga, de dudas en el horizonte. Borges no quiere que los defectos del Martín Fierro se escondan y los halagos triunfen. Allí está su enojo con los ejemplos de vida del viejo Viscacha y con el racismo manifiesto. Por la fecha de su célebre ensayo puede suponerse que es al libro de José Hernández a quien califica. Por su militancia antiperonista se diría que Perón era la personificación (en My Dear Georgie) del malvado personaje y la justificación del libro.

Queda fuera de estas consideraciones CFK, la señora presidente, también Scioli y Macri. El libro nacional y los personajes de la medalla son reales.

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