Miércoles 14. Junto al mar. La mujer esa no me mira.
Me paseo a su alrededor, es una suerte de “pochita Morfoni”, viejísimo
personaje del antiquísimo Divito. El personaje, en el legendario Rico Tipo,
revista en blanco y negro, comía y comía sin cesar, pero no perdía sus curvas.
Divito era un sabio. Las curvas son fundamentales para definir un cuerpo,
cualquier cuerpo. Es mas, las “chicas” de Divito definieron un ideal masculino
de peluquería, de sala de espera, de ilusión en el taller mecánico. Primero en
Argentina, después re editó sus revistas en Rio de Janeiro. Tiempo pasado,
sobre el que muchos encuentran culpas recién hoy. Tal vez sea cierto, pero hay
una máxima antropológica, histórica, cientista en serio.
Dentro del contexto todo. Analizar dentro del
contexto. Hay grupos sociales que hoy, aún hoy, comen perros y algunos insectos
asados. Sin el contexto no se entiende nada.
Delante de mi esa mujer se agranda, se agranda. Un
largo, alto y ancho cuerpo de madera con los
ojos glaucos de divinidad, que eligió Botero para escapar, con y por sus
esculturas, de un ideal que se alteró porque, con curvas amplísimas, visibles,
esa mujer tendida cuan largo, ancho y alto es su cuerpo reivindica a “pochita
Morfoni” y por ella a todas. Es un fortísimo mensaje de femineidad a como de
lugar
En la vieja estación de colectivos, que ya no existe,
la mujer está tendida y no me mira. No debería afligirme, no mira a nadie pero
parece que sonríe. Un mínimo corral y una amplia base de material la deja al
aire, en el patio interior de un modernísimo shopping.
Hay una historia de desarraigo que explica la estatua.
Cuando en Rosario se cerraba el viejo
Hospital, el de Emergencias, que se trasladó; cuando se cambia un sitio de
encuentros públicos quedan kioscos, locales, resumideros y escondites al aire.
Me pregunto que será de las señoritas livianas de ropa
que cerca de la estación de ómnibus sonríen, detrás de la puerta de sus casas
raras, tan raras que la policía no las ve y las proyecciones municipales no
tienen en cuenta para el estacionamiento medido. Me pregunto qué será de ellas
si trasladan la estación, A no afligirse, no hay indicios de ningún traslado,
lejísimo el proyecto para cualquier estatua.
Acá, en el centro de MDQ, pasó eso. Cambiaron el eje
de la ciudad y la estación de colectivos se fue hacia aquel gran esqueleto, el
de la estación de trenes. Allá se fueron los colectivos y los hoteles de una
noche, las pizzerías de dos porciones y un
balón de cerveza. Los kioscos para comprar y vender de todo que no se trasladaron languidecen, se
mueren de a poco en el centro de la ciudad. A ese paisaje no lo mira la mujer
de Botero y tiene razón porque…¿qué puede decirles en su desnudez tan feliz,
tan amplia? La mujer es, a lo largo, lo ancho y lo alto una mujer desnuda y
feliz, tendida en mitad de un patio que antes alojaba valijas y termos,
sombrillas y bronceadores y nada, nada de eso se recuerda.
Sobre Calle Sarmiento, de MDQ, frente al Shopping (
Si, si, un shopping inmenso y re moderno remplaza a la estación terminal de Mar
del Plata) el somnoliento encargado de un hotel (con nombre de mujer, acaso de
novela de José Mármol) me dice que por 300 pesos puedo dormir si quiero y que
en enero tendrá otro precio, que podemos convenir. Que tiene rebajas por
semana, que por día son 300 y que incluye desayuno y hay televisor y “Wi- Fi”.
Parece la escenografía para que suene “café la
humedad”, el gran hallazgo de Cacho Castaña.
Le pregunto al
encargado de quien es la estatua. “No se” – me dice - “nunca miro hacia allá, me da tristeza”.
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