Publicado en el diario La Capital, 09 de enero de 2017
Lunes 9 de enero. Junto al mar. El fútbol conmueve la ciudad feliz. Un tiroteo en el club Alvarado de Mar del Plata, feudo de Facundo Moyano, pone en cartelera condiciones inevitables para el análisis de Argentina y su actualidad.
Gremios, patotas, fútbol, política, negocio, extorsión, droga y peronismo. El peronismo, ya está dicho, solo se repite a los fines didácticos, es el gen natural de la clase política Argentina. Todos sus actores devienen, devenimos del mismo patrón genético.
Extenso reportaje a Facundo Moyano. De Susana Giménez habló menos de 30 segundos. Facundo Moyano declaró, afligido, que en ése club su infancia, el jardincito, la escuela y el fútbol. Que cuando llegó a su presidencia (que ya no ejerce por falta de tiempo, es sólo vicepresidente) desalojó a los barrabravas que tenían hasta oficina. La edad del hijo del gremialista Hugo Moyano, marplatense, permite inferir actualidad manifiesta a todas sus declaraciones. Es un Sub40. También declara que ama al club y acompaña a sus actuales autoridades. Que tuvo que pelear para que, cuando ejercía el mando directamente, no les diesen las 150 entradas que pedían por partido y el palco que ocupaban. Se tuvo que ir, obvio.
Cuando en Rosario Central el doctor Horacio Daniel Usandizaga les quitó el control de sub sedes, los denunció en tribunales y les peleó el control de inferiores, afiliaciones y representación de jugadores no terminó bien. Ni él ni el club. El ”vasco” no fue un cruzado en la búsqueda del Santo Grial. No fue un santo. Después de su paso quedó en claro que el mando es, al menos, compartido.
Cuestiones de escala dividen Argentina. En Rosario 1000 entradas, en Núñez (Ríver Plate) no menos de 2.000 y la selección al menos 5.000. La manzana podrida es dueña del cajón.
La aflicción de uno de los Moyano vitaliza las herencias en el fútbol, en los gremios y en la política. Camioneros de Luján, Alvarado de Mar del Plata, Independiente de Avellaneda y Barracas Central (este último con su pariente, “chiqui” Tapia) conforman una cadena de supermercados del negocio del fútbol que atiende una familia que debe, a la tarea gremial, su destino, su mejor destino.
Un cálculo sencillito define historias fantásticas. Un motor dos cargas. Eso es un camión. Un motor 70 cargas triples. Eso es un tren de cargas. Un motor 1.200 cargas cuádruples, eso es una hidrovía funcionando. Sólo la demencia de Menem cerró ferrocarriles. Todo sigue igual. Gomas. Camiones. Negociados. Rehenes. Uff. Moyano debe su crecimiento exponencial a ese delirio. Todos los interesados boicotean cualquier intento de retorno a transportes mas económicos y con menor capacidad de chantaje. El miedo, la inocencia y la ineptitud de una clase dirigente ayudó a los Moyano. No es sencillo evitar la palabra responsabilidad.
Originados en MDQ los Moyano se mueven al compás de la política deportiva, la gremial y la partidaria. No son únicos ni aves raras. Esta es su ciudad, como Necochea la del “momo” Venegas. Un reportaje de una hora completa a una emisora local (Brisas, FM) puso el alerta. Estaba afligido Facundo Moyano por el desmadre en su club. El “yo no fui” tras los disparos en la sede de Alvarado, el club mas popular de la región, es evidencia suficiente. “No quiero una noticia nacional que me mencione junto a los barra”.
Se sabe que en “el torito” hay tres fracciones, que por eso la pelea. Como en Ñul en su momento. Cuestión de escalas. Los trascendidos afirman, con mas convicción que pruebas, que el “capo” canalla resolvió una interna mafiosa en la lepra. Todo puede ser.
El territorio de la familia Moyano es, en principio, MDQ. Aquí donde Hugo, muy joven, manejó un camión trasladando rollizos. Los múltiples gremios que adhieren a su influencia han recibido con mucho enojo una buena noticia. Única. Facundo Moyano en su gremio (el de los peajes) decidió, por estatuto, que sólo se puede ser titular del gremio por dos períodos consecutivos. Fue la noticia superior del reportaje. Estos hijos rebeldes…
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