Google+ Raúl Acosta: Guerra de gacetillas

domingo, 12 de febrero de 2017

Guerra de gacetillas

Publicado en el diario "El Litoral", el 12 de febrero de 2017 

El reconocimiento que lo mediático es parte de la carrera político partidaria ha puesto a los concejales rosarinos en posición de “Underwood”. Todos frente a un procesador de textos y un lenguaraz de los lenguajes traduciendo su nerviosismo.

En algunos casos se pagan presencias en páginas webb ( no son baratas) y nadie se enoja porque no son gastos, son inversiones. Se invierte para seguir en la carrera político partidaria sin medir el costo porque ya se sabe: lo que cuesta vale en este siglo XXI. No hay sobreprecio ni indulgencia.

Algunos postulantes a concejales han aprendido la lección y también participan del esfuerzo antes de, ay, lograr el diploma y el cargo.

En otros casos esas concejalías llevan años y por tanto se acumulan ordenanzas pedidas, declaraciones realizadas y se debe contratar un segundo lenguaraz, con capacidad de archivero, investigador de catacumbas y de viejas postulaciones para re significar algún proyecto de ordenanza que pasó desapercibido hace años y que puede o debe emperifollarse y rejuvenecer.

El problema del “gacetilleo” (pronto aparecerá el verbo gacetillear) es que convocados a explicar, ampliar las gacetillas, casi siempre con una mini denuncia, una “picola” queja y el nombre y el cargo en mayúscula negrita resaltada, el lenguaje del actor político no es el mismo de la gacetilla. Se advierte el uso del lenguaraz que ordeno sujeto, verbo y predicado. El uso de la oración subordinada una y otra y otra vez termina por complicar al periodista… si es que el periodista está atento. En muchas ocasiones solo se necesita que el actor político repita el texto de su mini denuncia. Con eso se pasa el día y chau.

Hay, claro que si, como no, actores políticos afligidos seriamente y que cumplen con  su tarea. Es doloroso para los que estamos en la tribuna, observar que son ellos los que verdaderamente participan en las comisiones y que pocas veces gritan el gol cuando algo sale bien, pese a que trabajaron denodadamente para que eso sucediese.

El deporte preferido es el contra golpe.  Usar el acto, la acción del otro para contra golpear. La intendencia rosarina brinda un acontecimiento por hora, a veces mas, para que se contra golpee.

Boletos que aumentarán y no se sabe cuanto y cuando. Costo de ABL que subirá hoy, mañana o pasado. Concesiones de estacionamiento, líneas de colectivos, servicios de basura, permisos de edificación, enojo por cuestiones provinciales o nacionales que son noticia periodística y, por tanto, creen que son tarea municipal y se las enfrenta como si fuesen eso, de solución municipal (droga, por ejemplo u obras de infraestructura regional, para citar dos casos paradigmáticos)

Hay concejales que tienen formularios para sus denuncias. Con el tema taxi hay hasta “multiple choise”. Vidrio blindado, servicio nocturno, caducidad de las unidades. Si, no tal vez. Táchese lo que no corresponda.

Los hay que de modo diferente, camuflados en diversas listas, han sobrevivido a diversas UTE políticas.

Pensar en concejales auténticamente radicales (pocos y pocas) definitivamente peronistas (menos y menos) o históricamente socialistas es tarea histórico antropológica.
  
Todos los concejales, aún aquellos que sufren el desasosiego de pensarse tribunos atenienses y ser solo ediles rosarigasinos tienen un pergamino que a veces los aflige: el voto.
  
Somos los habitantes de la ciudad los que obtuvimos esta intendencia y estas concejalías.

Un pavo real, una mosquita muerta, un tranquilo laburante, un ex famoso o un ejemplar televisivo no son oitra cosa que nuestro verdadero perfil ciudadano.

Lejana la ilusión de las concejalías por distrito y certificado de domicilio en el distrito. Lejano el sistema de rotación y, al parecer, lejano el juego de género por mitades.

La misoginia es menor en el concejo, eso es real. Esfuerzos personales y no leyes. Eso es meritorio. El destino de la ciudad debería desprenderse de las gacetillas y la suma de proyectos para calificar, de ése modo, a quienes tienen un cargo electivo.
  
Arraigo y votación nominal, con tachas, serían dos revoluciones ciudadanas. Estamos lejos. La guerra es de gacetillas y eso, se sabe, no es mortal. En política nadie muere por nocaut. Ese es un lema. Colocar a la familia, hasta primo segundo, la primera obligación política. Sucede. Reina absoluta calma en el Palacio Vasallo.

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