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domingo, 12 de febrero de 2017

Populismo

Publicado en diario "La Calle", de Concepción del Uruguay,  12 de Febrero de 2017

Los premios “Estrellas de mar” otorgados por un jurado de periodistas y especialistas en temas del espectáculo y las artes, sirvió para que apareciesen dos fenómenos que, en sendas notas, ocuparon columnas con mi firma. He sido integrante de ése jurado y testigo de lo sucedido. Cacho Castaña y Carlitos Balá fueron premiados. De diferente modo. Uno por decisión de las autoridades (Carlitos), el otro por el voto. No pertenezco a la fauna porteña. Ambas crónicas, que aquí se reproducen, contienen esa mezcla de admiración y extrañeza de quien vive lejos del Obelisco y, también, una mirada que no creo haber perdido.
MatadorMiércoles 8 de febrero. Junto al mar. Reí silenciosamente cuando Cacho Castaña dijo que Mar del Plata era la ciudad de los amores clandestinos. Cubríamos todo, contábamos un  poco. Otros códigos. Otros tiempos. Monzón. Susana. Cacho.

No se si me recuerda. Ha pasado tanto rostro cerca de su vida y es tan eterna (su vida) que da igual. Conversa sabiendo que tiene un solo interlocutor. Que cambia rostro y actitudes, pero él habla con alguien porque Cacho es una conversación argentina en la que entramos y salimos ¿Cuántos de nosotros somos un  poquito suyos? En la rabia y la sonrisa. Vamos. El matador o la reina de la bailanta. Son extremos, eso está claro. Son extremos.
  
Escribí, en estas columnas (“una de sal y una de arena”) que había una cuestión especial entre “Cacho” y la gente. No pasó inadvertida para el resto de los jurados. La titulé “Idolatría”, magia dije, magia parecía  esa jerarquización de ídolo al que se va a escuchar sabiendo que nada romperá la cadena que los une. Que todos entendíamos la trampa de la mosqueta y dónde estaba la carta elegida, que siempre es esquiva y que con Cacho no importaba. Eso fue visible la noche de los Estrellas de Mar en el Salón Auditórium Astor Piazzolla. En MDQ (sigla aérea para Mar del Plata)
  
Llegó el domingo y acondicionar el hotel fue necesario, ya no dan las tabas (los pulmones, las tabas también, pero no importan, los pulmones si) y llegó a la ceremonia sabiendo que su premio estaba después del cuarto corte, el premio al Recital del verano, la actuación que tanto emocionó. Que tenía posibilidades de ganar y que, al cabo, el mimo de traerlo (cuestión de amigos empresarios que lo quieren) era como París, bien valía una misa.
  
Sentado a la derecha, mirando al escenario, con ése bastón que lo sostiene y el saco negro de luces, el pelo retocado y la chalina blanca que lo acompaña, como a mi las gorras, no era un invitado mas. Había flashes, los colegas no se aguantaban.
  
No me alcanzará una columna para escribir lo sucedido. En una sola hora calendario. Premio a Balá, del que seguramente escribiré y detrás del escenario, entre bambalinas, porque no quería la platea asignada ya que es difícil subir esos escalones, la señora. A Mirtha no la veían los colegas y Balá es lo dicho: otra cuestión, otra nota. Noventa de Mirtha, 91 de Carlitos, mas 70 de Cacho. Había 250 años de historia popular reunidos.
  
Votamos, los jurados, el premio “Estrella de Mar de Oro, temporada 2016/17” y lo ganó. Antes ganó el premio al Recital del verano. Ciro y los Persas y el pibe Benjamín Rauch tenían  “33 de mano” los dos. Para ganarle a esos recitales Cacho  fabricó una falta envido especial. Cuando subió, acompañado de alguno de sus amigos, a recibir el premio al mejor recital cambiamos las frases comunes: ”que haces / estoy vivo / no es fácil /no, ya lo se / pero seguimos / y si, qué otra… / te felicito / tranquilo…” el protocolo contenía mas de 140 años por las calles.
  
No es sencilla su vida ahora, pero nunca fue sido sencilla, eso es fácil de recordar, a poco que se lo haya seguido en su carrera. Es, sin embargo, un claro visualizador de un costado del país y de sus tribulaciones, de sus deseos mas escondidos.
  
Su “Café la Humedad” y la ubicación geográfica: Gaona y Boyacá, es algo mas que un juego de palabras que encajan rítmicamente en los versos de su tema. Está escondida (no tanto, no tanto) la continuidad del café con mesas que nunca preguntan y esto: “Yo solamente necesito agradecerte la enseñanza de tus noches que me alejan de la muerte.  Café La Humedad, billar y reunión... Sábado con trampas. ¡Qué linda función! Yo simplemente te agradezco las poesías que la escuela de tus noches le enseñaron a mis días”, esto es continuación al encuentro elemental del habitante de ciudades, smog y lejanías, los versos de Cacho vienen directos de un sitio, el que ocupó, sin dudas, con “la ñata contra el vidrio en un azul de frío” y mas, mucho mas a  su faltante:“José, el de la quimera. Marcial, que aun cree y espera y el flaco Abel, que se nos fue pero aún me guía”… No lo dirá nunca, porque ése es el trato, pero esos son los que ganaron el premio con él. Los que no están, pero aún  lo guían.
  
“Lontanáncica”. Esa forma de  denominar a la distancia, a la lejanía, al “lontano” de los idiomas romances con una de las palabras que inventó. Tiene frases. Tiene gestos. El “gestito de idea” es tan eterno como el “ea, ea, apepé”. Las “annedda” antes que las anécdotas y los “lactántricos” por los lactantes son parte de Argentina. No fue nunca Disney ¿Se entiende? No hay modo de quitarlo de la historia popular argentina. Tiene una vida que contiene, en parte, la de muchos. Carlitos está en la “lontanáncica” del alma popular.

Por esa cuestión de las casualidades todos los veranos nos encontramos. El balneario del “mono” Goransky, en Playa Grande, balneario La Reina, tiene su vestuario con nombre y apellido: Vestuario Carlitos Balá. En el pasillo 1 está la carpa donde deja su saquito, su campera. Carlitos llega y no llega, desde allí sale y pasea, todos los días de enero con sol y destino.

El destino de Balá es la foto, el abrazo, el te queremos. He visto tres generaciones reunidas pararse y pedir una foto con Carlitos Balá. No lo he visto enojado, esquivando, disparándose del cariño. He conocido a tantos que quieren la fama para mostrarse deshonestos, desagradecidos, infatuados como si la vida les debiese a ellos. Balá es lo contrario. En la calle, en la playa, donde sea camina con el afecto en la mirada que le devuelven.
  
Mas de mil personas incursas en el conocimiento de teatros, bambalinas, humedades, escenarios, luces y tramoyistas se pusieron de pié  cuando entró al escenario desde foro, izquierda.
  
“El gran Carlitos Balá recibió un homenaje especial en el marco de los Premios Estrella de Mar 2017. El legendario actor, de 91 años, recibió una de las menciones de honor y fue ovacionado pasada la medianoche del lunes en el Teatro Auditórium de Mar del Plata”.  Eso consignaba la crónica.
  
Estos premios (Mirtha Legrand recibió otro) son dispuestos por las autoridades y a nosotros, los jurados, nos lo comunican. Todos contentos con la distinción que decidieron.
"Nací para hacer reír. Le rezo a Dios para disfrutar un poco más de la risa de ustedes", dijo, con la Estrella de Mar especial en la mano y emocionado como la platea que lo aplaudía.
  
"Señoras, señores, el cuerpo me da temblores", dijo Carllitos en el escenario. "Noventa y un años cumplidos y todavía puedo subir a un escenario. Sesenta y dos años de trabajo", se asombró él mismo. "Nací para hacer reír y me encanta lo que hago. La emoción mía es hacer reír", manifestó.

Antes de irse del escenario, entonó uno de los clásicos de sus shows. Simplemente pregunto: “¿que gustó tiene la sal? …mas de mil personas contaminadas de teatro, escenario y chafalonía se volvieron niños, se volvieron buenos, se volvieron eso que no sabían que aún tenían escondido. “Salada”.

Carlitos fue por mas. Sin miedo (¿el que?) con esa voz de 91 años, paradito al costado del escenario comenzó: “aquí llegó Balá…” y mas de mil voces terminaron la frase: “Balá… Balá”

Estábamos emocionados detrás del escenario, veíamos a tantos famosos, tantas mujeres que fueron parte de la historia del teatro de pie cantando con Carlitos, tantos muchachones que no tenían vergüenza y coreaban: “ el show va a comenzar… balá… balá” que de a poco entendimos. Esto que veíamos, en la noche del lunes 6 de febrero ya no eran los Estrellas de Mar ni nosotros éramos los de peinados empingorotados (“Chinas empingorotadas ligaban un ginebrón, porque estaban invitadas, con tarjeta de cartón” dice el poema de Raúl Gonzáles Tuñón) nosotros estábamos invitados con tarjeta de cartón. Fin de la fiesta, Nada. Éramos aquello que fuimos y que no sabíamos que aún poseíamos, teníamos. Emoción. 

El lunes 6 de febrero de 2017 recuperamos la capacidad de emocionarnos. Nos desnudamos…”Aquí llego Bala, Bala, Bala, el show va a comenzar...(ya llegó, ya llegó) les traigo lo mejor (Balá, Balá) de mi repertorio...hoy vamos a jugar...comienza la función....(ya llegó, ya llegó)el show va a comenzar”… Recomendación: si no recuerda ése simple texto debe revisarse el alma. Ya. Ya mismo. Excepción: que su infancia haya transcurrido en otro país. Si fue así le digo: es una lástima, nunca sabrá que gusto tiene la sal. 

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