Google+ Raúl Acosta: Locura #AntesQueMeOlvide

sábado, 13 de mayo de 2017

Locura #AntesQueMeOlvide


Publicado en el diario La Capital

La modernidad esta matando la locura. La calificación de loco. La demostración de la locura.

El que habla solo es un loco. Así se decía. Dejalo, se quedó hablando solo, como los locos.
Ni tanto ni tan poco, pero la calificación de loco ha sufrido sus mutaciones. Estudios, rehabilitaciones, reivindicaciones.

La poesía siempre se manejó de otro modo:”quien habla solo espera hablar con dios un día…”

Pero la modernidad colocó las cosas en estado de confusión. No se saldrá fácil, porque una cosa es la locura, la falsa locura, la injusta locura y otra la confusión.

Por las calles del centro, en el colectivo que viene desde el barrio, en la cola del banco el señor y la señorita hablan solos. Ja. Ni locos. No hablan solos. Un pequeño cablecito hasta su oreja les acerca, les lleva la maravilla. El sonido. Hola tía, te escucho mamá. Hola admv… (que quiere decir amor de mi vida)

Te escucho bien, que decís…La cola avanza, el colectivo frena bruscamente, las calles peatonales se atoran de gente y el cablecito ubica otro espacio, otra situación. Distancia. Diferencias. Nada. Por allí viene otra voz. El mundo. “Oigo voces” decía Foucault que decían para acusar de loco al revolucionario.

Modernidades veremos, Sancho. El mundo no es ancho ni ajeno, es comprimido hasta el rigor del MP3. Eso es otra cosa. Cierto. Pero están en el mismo sitio y, se dice, en el mismo momento. La voz por el cablecito hasta el blanquísimo audífono de la oreja derecha trae, indistintamente, la 5ª de Beethoven, la cumbia del mole por Lila Down y/o los Agapornis. Que de todo se oye en el audífono mientras la boca canta y en la peatonal, el autobús y la cola del banco algunos, no todos, creen que el muchacho enloqueció y la niña se volvió enamorada porque los enamorados, ya se sabe, elogian la locura al respirar.

Hasta la policía debió cambiar sus modos. El muchacho en la esquina, hablaba solo y gesticulaba. El patrullero paró. Un clásico. Rutina. El muchacho ni los vió. Twist y gritos la canción. Un superclásico que aún nos vuelve locos a muchos.

Es fácil diagnosticar la locura. Hay que sostener que va la luna rodando por Callao. Con eso alcanza. No hay sanación posible. Explicarlo a quienes no tienen el audífono en la oreja un trabajo imposible. De esos imposibles vive el futuro.


El presente texto pertenece al libro ”Cronicas rosarigasinas” (Antes que me olvide) de próxima aparición.

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