Google+ Raúl Acosta: Ratoncito #AntesQueMeOlvide

lunes, 29 de mayo de 2017

Ratoncito #AntesQueMeOlvide


Publicado en diario La Capital

Todos nos hacemos los tontos con nuestra inocencia. Un cuidado descuido. Disimulamos. No está mal. Con la inocencia mancillada peor, disimulamos las heridas y eso es un lío de sicólogos, leyes y tratados. Es otra cosa. No es el tema en este caso.

Con la simple inocencia ejercemos una suerte de tontería que no es mala, se parece a las indulgencias, esas que perdonan (en los que practican hábitos confesionales) las mentiras que tiran para el lado del bien porque en cuestiones confesionales, se sabe, mentir es pecado. Ante la ley también pero eso es otra cosa diferente. Muy diferente.

Con los ratones, las metáforas y los secretos de la infancia y la inocencia hay pactos y convenciones de todo tipo. Los roedores son mal tratados por los gestos y es un componente clásico (el gesto) manifestar  horror ante su repentina presencia. Sin embargo sinceremos este asunto: Mickey es un miembro de cualquier familia occidental que se precie y Walt Disney un encantador de sociedades que cambiaron sus hábitos para visitar sus parques de diversiones, comprar sus muñequitos y leer sus historietas, sus libros y mirar sus películas y series. Un emporio con y por este roedor.

Hamelin es una historia, una fábula y tiene su moraleja. Un flautista puede embaucar a cientos. Sucederá si nos comportamos como ratones. Sucedió muchas veces.

Las frases hechas son varias. Huyeron como ratas. Rajaron como rata por tirante. Cabeza de ratón o cola de león. Las ratas son las primeras que abandonan el barco (aclaremos, el barco se hunde y las ratas no son tontas). O la frase directa. Ese es una rata.

La deidad de los gatos viene del fondo de la civilización. Las ratas comen el grano y los felinos, los gatos, son sus enemigos básicos. En la región Rosario, con tanto túnel semi descubierto y tanta historia de granos y puertos los ratones son habitantes  muy visibles (inextinguibles) de los túneles y oscuridades.

Hay una constante. Ratones y oscuridades. Para los gatos también. Anda como ratón y tiene ojos de gato en la oscuridad. Complementarios.

Sin embargo nuestra mas profunda inocencia sigue preservada. Ni el asco por los roedores la altera. Sucedió con nosotros, sucede con los hijos y sucede con los nietos, los sobrinos, los vecinos. Sucedió. Sucede. Todo indica que sucederá. Hay un código, un secreto de la inocencia bien habida. El diente de leche que se cae se deposita bajo la almohada y se lo lleva el ratón (¿el ratón Pérez?) que lo cambia por monedas, por  dinero, por un pago bastante antiguo y conservado, bien conservado. Ese ratón existe y es bueno. A veces la moneda se devalúa y hay que ofertarle mas a su inocencia. Pero no es su culpa. El ratón no maneja la inflación y la depreciación de la moneda.

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