Google+ Raúl Acosta: Tónico #AntesQueMeOlvide

martes, 20 de junio de 2017

Tónico #AntesQueMeOlvide


Publicado en el diario La Capital

Dos eran los problemas cuando chicos en aquella, la primera juventud. No me come nada. Está raquítico. Piel y huesos. No se qué hacer para que coma algo.

La yema de huevos batida y batida y el azúcar y la esencia de vainilla y/o la mínima gotita de cognac y/o el oporto eran necesarias.

La leche con sémola. El chuño. El arroz con leche. La mazamorra. Aclaración inevitable: “chuño” es con harina de maíz o maicena. Mazamorra es con granos de choclo blanco partidos. En ambos casos leche.

“No me come nada este chico”… Y se venía la semana, el mes de doble ración. Ignoro la razón de las madres y las abuelas, pero carne y leche eran la base del stop a la flacura.

Las madres y las tías exageraban con “está raquítico”. En algunos casos si, puede ser que una extrema delgadez refiera a la enfermedad: el raquitismo. Es en la infancia, es falta de calcio y fósforo y termina debilitando los huesos. Okey. Pero para las tías todo flaco era raquítico y a todo súper flaco el huevo, la leche, el azúcar y la carne. Aclaremos: no está mal. Aclaremos mas: los chicos bien comidos son adultos mejores y, aquellos que no tuvieron nada de alimentación en el primer año de vida, tienen deficiencias que no se arreglan fácilmente.

Las hambrunas son una cosa. En el barrio había flacos. Muy flacos. Pero se debe declarar la verdad. También estaba el gordito. Dos al menos. Y el alto y el bajo.

Un amigo del alma aún es “el canario” por ese pelo súper rubio que se le caía sobre la frente cuando avanzaba hacia la escuela. Hoy está raleado el pelo y firme el remoquete. Canario.
  
Cuando doña Margarita decía: “este chico esta raquítico y no me come nada se me va a morir” era la mamá hablando de Pirucho, el mas chico de los dos hermanos y, justamente, el que mejor jugaba al fútbol. Lito, el mayor, era menos flaco y mas patadura.
  
En el centro había una farmacia siempre de turno y, para el remedio a los flacos, el tónico era comprado en “La Puigari”, que no cerraba nunca. Al menos siempre estuvo abierta cuando la precisamos. Mitre y Córdoba. Esa esquina, como la veíamos, no existe mas.

Uno de esos remedios sumaba calcio y aceite de hígado de bacalao (ignoro la razón) y la atribuyo a vitaminas y esas cuestiones raras, como “los omegas”, que debería poseer ése aceite animal.

Cuando hablaban, los inmigrantes italianos (los tanos) de las purgas,  era fácil entenderlos. Ellos hablaban del aceite de ricino (acelerador de las evacuaciones, una purga, literalmente) y, personalmente, me bebí varios inviernos, al mediodía de cada día, la cucharada de ése tónico, aceite de hígado de bacalao con calcio. “Calcio Ostelín B12”. Uff. Poco tienen que ver el raquitismo con las ideas políticas aquellas. Al menos eso creo. Yo terminé gordito. Lamentablemente.

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