Google+ Raúl Acosta: Indios #AntesQueMeOlvide

miércoles, 20 de junio de 2018

Indios #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 20 de Junio


La crianza deja cosas de los años en que se realiza. Escapar de la crianza no es sencillo. En mis años de crianza la pelea era de cowboys contra indios. Perdían los indios. El remedo era gauchos contra indios. Perdían los indios. Siempre perdían. Los indios eran los malos. 
En mis años de crianza estaban diferenciados los malos y los buenos en los libros, las historietas, las películas. Además se sabía que, excepto alguna contingencia, los buenos ganan porque el mal perdía siempre. Eran películas. Son películas. 
Los indios se llamaban Cochise, Toro Sentado. Vimos varias  veces “Murieron con las botas puestas” que era la heroica acción de Errol Flynn (el general Custer) que con varios de sus héroes fueron masacrados por esos indios malvados pero al final era la civilización la que triunfaba. El progreso. El porvenir. Errol Flynn. El General Custer. Ellos. Los buenos. 
Para el carnaval, alguna vez lo he contado, nos dejaban disfrazar de indios porque era sencillo. Cara tiznada, un arco y una flecha, plumas en la cabeza y poco mas. Indios de carnaval en barrio humilde. Ni para que nos matase Errol Flynn daba la caracterización. 
No seas indio era un reto, una queja, una admonición de las madres que tomaban posición por lo que se derivaba del relato. Aquellas madres cumplían el mandato que el relato sugería, ordenaba, decidía. 
Me porté como un indio, como un salvaje. Ahí viene la indiada. Un reparto pampa era una distribución, según cuentan, donde  repartían lo conquistado (los indios) cuando derrotaban a los gauchos. Sin escribano, agrimensor o juez. Eso cuentan. Un reparto pampa, sin el orden europeo. 
El malón es sinónimo, lo era en mis años de crianza, de un grupo de indios que a lo loco avanzaban sobre un poblado. La indiada no ganaba ni aún  siendo muchos y la superioridad numérica no era sinónimo de triunfo porque njo tenían razón. Ja. Pavada de metáfora y condicionante. 
El indio nunca fue lo bueno ni lo sabio ni el futuro. Cómo salir de semejante crianza. Solo los muchos y buenos libros y la mucha y buena historia. Los años también. Años en los que dejamos de odiar a los japoneses. Cosa extraña las películas. Aún hoy aparecen películas contra nazismo y fachismo y está bien. No hay mas películas donde los japoneses son los malos. Tampoco hay mas películas donde los Sioux y/o los Comanches son el peligro de la civilización. Hoy, aún en el siglo XXI, los malos de las películas yanquis y sus series son los latinos que comerciamos drogas, vivimos malamente en el paraíso y traicionamos al primer sopapo o el segundo pacto. 
Ha sido terrible crecer con Burt Láncaster haciendo de Apache y Rodolfo Bebán de Juan Moreyra. No lo parece porque ahora los enemigos del cine, las series y los cuentos son de dos tipos: seres extraterrestres o venidos de las entrañas de la tierra y lo mas, mas perfecto: de otro espacio. Como si del otro lado de la pared hubiese un mundo que no conocemos. Pavada de mensaje que te tiran por la cabeza. 


Ignoro como será crecer con los bebedores de sangre y los muertos vivos en el sofá. Ni de qué modo disfrazarse en algún carnaval. Ya mi crianza ha pasado y aún cuando no se termina de aprender ( ni de enseñar, no me olvido de eso) a mi me tocaron otras pistolas, diferentes brebajes pero sospecho que algo se mantiene: algunos son los malos y otros los buenos y el bien debe triunfar. Es la misma sospecha que me lleva a pensar que siempre estuve del lado de los indios. Por algo será.

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