Google+ Raúl Acosta: Banderola #AntesQueMeOlvide

miércoles, 25 de julio de 2018

Banderola #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 25 de Julio


Hay palabras que se van yendo, que se van quedando atrás. El lenguaje avanza y allí, en el recodo, algunas palabras pierden velocidad, se “enlentecen”. En el diccionario banderola es una bandera pequeña. En Argentina, Paraguay y Uruguay, el diccionario nos permite el uso: “Ventana sobre una puerta”. Femenino, claro.
Con Tragaluz, una palabra con mas poesía el punto es similar:” Un tragaluz, claraboya (palabra proveniente del latín clarus y via​), lucerna o lucernario es una ventana o vano situada en el techo o la parte superior de una puerta.
Claro que aún existen, pero el uso abandona, quita continuidad, quita la luz que confiere el uso de la palabra. 
Yo recuerdo la primera banderola que vi, en mi casa paterna /materna. Vi cómo, por allí, entraba una luz, un aire, como tenía uso y abríamos la banderola para que hubiese un aire en la habitación sin abrir la puerta. Igual para el frío: Cerrar bien la banderola. 
No dejar que se escape el calor por el tragaluz. Y la inversa. Abrí el tragaluz para que se airee un poco esta pieza. 
Aquellas casas eran, si se quiere, poco prácticas. Tenían recovecos, desvanes, piecitas de los trastos viejos, banderolas, tragaluces. También la inversa es válida. Tenían toda una serie de vueltas y formas de tener todo por allí, resguardado y cerca. El arcón, el desván, el entrepiso y lo dicho: La banderola que arriba de las puertas se usaba separada del paso de la gente y el tragaluz, que en realidad era mas lo que traía que lo que se llevaba. 
Pero de todas estas palabras que el tiempo está escondiendo o lo dicho: una menor velocidad de uso las deja fuera de la pista central, hay una que sigue encerrando una vida en su seguridad: la puerta cancel. 
Una contrapuerta,​ también llamada puerta de cancel​ (o puerta-cancela), es una puerta o reja metálica que separa el corredor (zaguán) en las casas de patio y que suele mantenerse cerrada, mientras la puerta de la calle puede quedar abierta cuando los habitantes de la casa no están durmiendo. Puede estar acristalada. 
Una puerta cancel es parte de un modo de vivir. Marca un límite. Allí los primeros encuentros con alguien que todavía no entraba a la casa. Allí se dejaban las compras del mercado porque uno se había olvidado algo y debía salir otra vez. Allí los sifones para cuando viniese el sodero. Allí la bicicleta, para no guardarla en el fondo. En el espacio que va de la puerta de calle a la puerta cancel una forma de vida con eso, un pequeño puerto, peaje, estadío que no es adentro pero que ya no es afuera. En lo alto de la zona que va de la puerta de calle a la puerta cancel una luz que se encendía a la noche y se apagaba cuando todos se iban a dormir y ya no entraría nadie mas. 
En muchas casas la puerta de calle se dejaba abierta hasta el fin del día porque… quien, pero quien se iba a meter si estaba cerrada la puerta cancel, la que verdaderamente franqueaba la entrada a la vivienda. 
Hay una poesía absolutamente urbana donde esta vida, usada como referencia, la vida de una casa de un barrio cualquiera con puerta de calle y puerta cancel se explica solo si se entiende que existíamos de ése modo. “Ya da la noche a la cancel su piel de ojeras… ya moja el aire su pincel y hace, con el, la primavera…” 
Si fuésemos exquisitos diríamos que en Calle Carlos Calvo y Catamarca, de Buenos Aires había, sobre 1956, en el barrio de San Cristóbal, una casa que es la que describe el poema de Homero Expósito, sobre una melodía de Atilio Stampone. La casa de Stampone, el poeta vivía enfrente. Los poemas no se explican, pero el tango “Afiches”, de allí los dos versos transcriptos, explica que con la puerta de calle abierta el anochecer va quitando luces al interior. Es tan clarito: “ ya da la noche a la cancel su piel de ojeras…”
No era útil al poema, pero esa casa seguro que tenía claraboya, tragaluz, desván, rellano y dintel. Solo que el poeta no necesitaba tanto. Y estos días tan rápidos tampoco. Ha cambiado la construcción. Los barrios. La poesía. La primavera, como dice el negro Ielpi: “viene malherida”. Ni banderola debe tener, con toda seguridad.

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