Google+ Raúl Acosta: Plantón #AntesQueMeOlvide

miércoles, 18 de julio de 2018

Plantón #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 18 de Julio


Aunque plantón viene de planta no es el aumentativo, es un disgusto. Lo dejaron de plantón. Puede ser haciendo una guardia en la puerta, puede ser en una esquina, donde ”lo dejaron plantado”. Un plantón es un fracaso. También una demostración de fe. 
Como tantas otras cosas que estaban y ya no están, el tiempo se lo está llevando y debe ser mucho el amor, el afecto, la necesidad para quedar de plantón en una esquina. 
Una guardia en el sanatorio o en el hospital es diferente. No es un plantón, son horas decisivas antes o después de una intervención y / o un diagnóstico. No es plantón. Es un tiempo en espera. 
Esperar en la esquina del colegio, en la esquina del trabajo era hacer la guardia, la ronda, era eso: esperar. Tienen esa similitud. El plantón es una cita que falló. No es mas. No es menos. 
Una cita reconoce un trato, un conocimiento, un pacto. Y aquello que hoy sería imposible como argumento. No había un teléfono cerca. El jefe me hizo quedar dos horas mas, no tenía donde y como avisarte. Me imagino lo que habrás sufrido…¿ me perdonás…? 
Quien perdona un plantón está dispuesto a todo, desde el casamiento hasta el “contigo pan y cebolla” (otra antigüedad). 
No hay género en esto. Puede ser el o ella pero en general las niñas esperan menos tiempo por eso, por una cuestión de género. Qué caballero deja a una señorita plantada media hora en una esquina o mejor: que clase de señorita soporta media hora en una esquina, así  fuese una cita concertada con el galán de moda en la tevé. 
Por allí aparece un nudo raro y difícil de explicar. Las mismas niñas que no soportarían, ni siquiera de sus padres, que las demoren un momento hacen guardias de días para conseguir una entrada y poder ver de cerca a su ídolo. Varones igual. Y varones y mujeres por conjuntos que enamoran tanto a unos como a otros. Las guardias por una entrada son plantones como epidemia. Algo mueve a tanto sacrificio. 
De donde se infiere que el plantón es una actitud exagerada del enamoramiento. Del te quiero y listo. 
El dibujo, la foto clásica, la escena clásica es la del enamorado con el ramo de flores en la esquina donde nunca, ay, ella nunca vendrá. En la entrada del cine donde no llegará (y nosotros con las dos entradas sacadas, asientos en la punta, en fin… la suma del pavoteo y la tontera). 
En el restaurante es diferente, porque no es plantón. Pero es ausencia.
El plantón es una exageración del enamoramiento y una ausencia. Estudiando el comportamiento de los primates superiores, esos que negamos ser, tal vez lo que aparezcan sean modos diferentes del plantón. 
Te puse un e-mail, te mandé un correo, te hice una llamada perdida (una “perdida”, dicen los entendidos) te mandé tres “uatsap” y “ni el visto me clavastes…” 
En el amor, esto parece ser  la constante de primates en estado de indefensión urbana, pueden cambiar los modos del olvido, la indiferencia y la seducción, de la ansiedad, el enamoramiento y las relaciones, se puede hablar ahora de feromonas, endorfinas, olores y vestigios de tejidos especiales en las pituitarias. 
El mundo parece que cambia. Todo es posible, pero nada quita que alguien espere y que siga la situación que la historia ha definido como inefable: uno quiere mas, uno quiere menos, los dos se quieren de modo diferente. 
Sigo creyendo que las viejas tribus nómades (los gitanos una de ellas) tienen la maldición exacta para quien les ha hecho un daño en las transacciones comerciales: …”ojalá te enamores…”.
Las viejas tribus saben muy bien que podrán cambiar los modos, pero no hay nada que evite, al enamorado, quedarse de plantón en el pasado, en la memoria, en la foto, en el ojalá vuelva… o algo así. Variantes, todas, del plantón.

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