Google+ Raúl Acosta: Resbaloso #AntesQueMeOlvide

martes, 17 de julio de 2018

Resbaloso #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 15 de Julio


Uno de los sitios emblemáticos de la ciudad es la esquina de Corrientes y Córdoba. Antes de que  El Monumento a la Bandera fuese el ágora de la ciudad había que pasar, con las marchas y manifestaciones, por la esquina de Corrientes y Córdoba. 
La peatonalización (allí no se cruzan autos, el semáforo es solo para el cruce de peatones) cambió las circunstancias de la esquina, pero no su calidad de cruce. Circula buena parte de los habitantes de “la cicy” rosarigasina por esa esquina. 
Desde hace muchísimo tiempo que en esa esquina hay un bar. El Bar Augustus. Alguna vez contaremos historias de su dueño, sus encargados, sus mozos, la mesa de Julio Vanzo. Estamos en deuda con esos recuerdos. Esta es otra historia. 
Uno de los primeros modelos de la ciudad, por atrevido, salió en “slip” en una revista mensual  fue “El Buho” Aguilar. Tenía nombre. Pero era “el búho”. Hace poco me encontré con su hermana que para identificarnos me dijo: “ soy la hermana de “el búho”. 
Tal vez el primer modelo publicitario haya sido Lelio Incrocci, un actor de buen perfil, que algunas empresas publicitarias usaban como modelo y después, tanto él como su pareja, se fueron a vivir a Buenos Airees, para estar mas tranquilos, mas en paz. La paz en la vida es un bien preciado. 
El Buho solo tenía paz en la diversión. Se paseaba en zuecos (che, zuecos en aquellos años) en camiseta, dejaba su jeep estacionado en la mismísima puerta del Bar Augustus, organizaba excursiones inverosímiles, aparecía con sus perros, llenos de malas costumbres que el se había encargado de enseñarles. Eran perros grandes, peludos y obedientes a las órdenes de su dueño. 
Estamos hablando de la sociedad rosarigasina de la década del ’60, cuando muchas de las caras serias que se ven hoy eran intrépidos muchachos que se subían a los camiones de los pantalones vaqueros y los sacaban para venderlos al menudeo, que los fenomenales profesionales y empresarios peleaban por un estetoscopio y tener un mamógrafo era ser rey del universo. Aparataje al  fiado y no lo pagaban contado porque no tenían plata. Simple. Años en que encontrar una playa de estacionamiento era encontrar una vaquita lechera y pensar en Shopping y negocios multiplicadores un sueño de otros sitios. 
El eje del centro, por lo pronto, no ha cambiado; ”La Favorita” cambió de nombre pero ni la escalera pudieron quitarle y eso es bueno para el alma popular. Me refiero a la escalera de mármol que tantos casamientos contuvo, fotográficamente hablando. Para los estudiosos del comercio una escalera es metros y metros cuadrados que no “venden”. No inmporta. Es historia. Sus actuales dueños lo entendieron. Gracias a Dios. En cuanto a los casamientos no se, no llevo estadísticas. Creo que gana El rRosedal y el reloj de flores y helechos y plantas en un parque que ojalá no fraccionen ni comercialicen y concesionen y conserven. No todos tienen un pulmón verde como rosagasario, con esa calidad. 
Al búho le dijeron que no podía entrar con los dos perros al Augustus, que no era contra el pero animales tan grandes, que entendiera. El búho Aguilar entendió. Nada dijo. 
Al día siguiente, soleado día de primavera, cerca del mediodía, cuando la “city” rosarina se paseaba, mostraba, negociaba y holgazaneaba por Corrientes y Córdoba el búho bajó tranquilo de su jeep descapotable y entró en el Augustus para depositar, en el suelo, un chancho afeitado y engrasado, muy engrasado, que corría entre las mesas, que escapó a la calle, que era difícil de alcanzar y mucho mas difícil de agarrar. 
Yo la quiero mucho, es una mascota mas pequeña. Se me escapó. No existe ni existirá jurisprudencia ni código de faltas que detenga a un personaje como “el búho” Aguilar por pasear a su mascota. Los que estuvimos aún recordamos el soberano lío por algo que estaba mal, según entendíamos, pero no tan mal como muchas cosas que vinieron después.
Ojalá los sucesos extraños, verdaderos latrocinios, en el centro lleguen a un extremo: un chancho engrasado corriendo por La Peatonal. Será otro mundo. Aquel. Volver. Donde hasta los desastres eran mas inocentes. Como “el búho”, que hace unos años se nos fue. Al cielo seguro. No existe otro lugar para personajes así. En el cielo seguro que hay un bar como Augustus. Hace falta.

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