Un Estado que busque el "Estado de bienestar" debe atender lo público, verdadero muestreo de progresismo, de atención por el común, de rol del Estado en la sociedad moderna. La atención sobre el sector público es la verdadera muestra de justicia social. Un país que tiene las calles, las carreteras, los edificios, la energía, planes de estudio, salud, jubilaciones, leyes laborales como Argentina está bien claro que desatiende el sector público y solo se fija en el sector privado. Un "progresista" que exhibe logros del sector privado es un gorila encubierto.
Cuando CFK se vanagloria de la compra de autos, de viajes al exterior, de plasmas y teléfonos celulares que Argentina ensambla y vende confiesa que le importa tres pepinos el sistema jubilatorio, el de salud, el de vigilancia y monitoreo de la cosa pública, la transparencia, la eficacia. El 40 por ciento de la economía en negro, salarios bajos y hospitales chuecos son la confesión. No es progresista, es una neoliberal con discurso y disfraz para la gilada y los aprovechados. Su equipo igual. Y cabe recordar que neoliberal no es lo mismo que liberal. Cuestión de épocas y entornos. Lo aclaro por si queda alguna mosca dando vueltas.
Lo público y lo privado, sentado en la plaza céntrica de la ciudad, donde suben y bajan más de 20.000 personas de la mañana a la noche, producto del recorrido del transporte urbano e interurbano de pasajeros, no deja de asombrarme. Existe y es visible su contradicción. Lo público y lo privado se entremezclan y la guerra asoma de la forma mas inocente, pero inatajable.
Los baños para los que circulan por el centro son parte de una diferenciación que todos podemos entender. Ya no es que se hacen edificios privados y no se arreglan autopistas públicas y rutas desvencijadas. Un Estado que se enorgullece de los edificios privados es un Estado malvado, como el que, con su observación, marcó claramente la presidente cuando advirtió que había más edificios que 20 años antes y que cualquiera, viniendo en helicóptero al centro, lo podía advertir. Je.
Vamos por otro lado. Es mas simple ¿qué son los baños en una ciudad? ¿públicos o privados? Los baños públicos son parte de una construcción ciudadana que muchas veces se olvida. Cuando hay obligaciones de fe (lavarse los pies, bañarse) los baños acompañan al crecimiento de un poblado. Cualquier visitante de las mezquitas lo sabe y no necesita explicación. Culpar a las religiones que no tienen ritos higiénicos en mitad de su ejercicio de fe ya no es posible. En las ciudades no hay tantos baños públicos como hacen falta. No hay. Punto.
El tema de aguas menores y mayores no es trivial. Contribuye al humor, al malhumor de una ciudad y denuncia su índole. En la ciudad que habito hay bancos, instituciones bancarias que no tienen baños. No es que en ése banco cobren jubilados haciendo colas en las sucias veredas, es que si quisiesen ir al baño a lo que fuese, aguas menores o mayores, no podrían porque no hay, no están visibles, están escondidos, sirven para "una emergencia". Chocolate por la noticia, claro que es una emergencia. El baño privado es privado y si te lo presto es a regañadientes. Mejor no te lo presto. Lo vas a ensuciar.
La construcción de los baños semipúblicos es otra cuestión de difícil acceso (esto es literal) La casa se reserva el derecho de admisión dice el viejo cartel de los boliches. Para el baño está claro: uso exclusivo de los clientes. Pagás y tenés baño. Tu necesidad no importa, importa la consumición. Lo privado manda sobre lo público. Y la construcción un punto donde la vigilancia del Estado es insuficiente o venal. Verdaderas cárceles de tortura ciudadana y momentánea, tortura al paso, tortura express. Los baños de los bares, la mayoría, tienen el tamaño de una celda de castigo. En algunos sitios están a diferente altura (está prohibido, tengo pruebas) y en otros solo se llega mediante el uso de un ascensor, uno solo (mas pruebas). En otros un cartel anuncia que se debe pedir papel higiénico en el mostrador. En otros la llave en el mostrador. Verdaderas oficinas migratorias no dejan entrar al país del alivio a quien no quieren y sólo la confesión de las ganas habilitaría el paso. Nada de esto es legal. Señores restaurantes y sitios de ostentación ciudadana con baños de escasos azulejos (obligación hasta cierta altura) y el milagro de las naftalinas como vacunas anti promiscuidad. Conozco gente a quienes se les ha caído el recipiente entero del papel, ese que va adosado a la pared. Contusiones leves, pero muy molestas. Hay baños sin percha y otros sin jabón, sin llaves en las puertas, sin control de aseo desde el último carnaval. Hay baños de lisiados donde los lisiados no podrían entrar sin esfuerzo y capacidad de supervivencia.
Es el Estado quien debe conducir, corregir, encauzar lo privado. La mayoría de los baños de la ciudad son graciosas concesiones, muestras gratis de un Estado neoliberal sin colitis. El ejemplo mas claro del fin del Estado de bienestar.
Cuando CFK se vanagloria de la compra de autos, de viajes al exterior, de plasmas y teléfonos celulares que Argentina ensambla y vende confiesa que le importa tres pepinos el sistema jubilatorio, el de salud, el de vigilancia y monitoreo de la cosa pública, la transparencia, la eficacia. El 40 por ciento de la economía en negro, salarios bajos y hospitales chuecos son la confesión. No es progresista, es una neoliberal con discurso y disfraz para la gilada y los aprovechados. Su equipo igual. Y cabe recordar que neoliberal no es lo mismo que liberal. Cuestión de épocas y entornos. Lo aclaro por si queda alguna mosca dando vueltas.
Lo público y lo privado, sentado en la plaza céntrica de la ciudad, donde suben y bajan más de 20.000 personas de la mañana a la noche, producto del recorrido del transporte urbano e interurbano de pasajeros, no deja de asombrarme. Existe y es visible su contradicción. Lo público y lo privado se entremezclan y la guerra asoma de la forma mas inocente, pero inatajable.
Los baños para los que circulan por el centro son parte de una diferenciación que todos podemos entender. Ya no es que se hacen edificios privados y no se arreglan autopistas públicas y rutas desvencijadas. Un Estado que se enorgullece de los edificios privados es un Estado malvado, como el que, con su observación, marcó claramente la presidente cuando advirtió que había más edificios que 20 años antes y que cualquiera, viniendo en helicóptero al centro, lo podía advertir. Je.
Vamos por otro lado. Es mas simple ¿qué son los baños en una ciudad? ¿públicos o privados? Los baños públicos son parte de una construcción ciudadana que muchas veces se olvida. Cuando hay obligaciones de fe (lavarse los pies, bañarse) los baños acompañan al crecimiento de un poblado. Cualquier visitante de las mezquitas lo sabe y no necesita explicación. Culpar a las religiones que no tienen ritos higiénicos en mitad de su ejercicio de fe ya no es posible. En las ciudades no hay tantos baños públicos como hacen falta. No hay. Punto.
El tema de aguas menores y mayores no es trivial. Contribuye al humor, al malhumor de una ciudad y denuncia su índole. En la ciudad que habito hay bancos, instituciones bancarias que no tienen baños. No es que en ése banco cobren jubilados haciendo colas en las sucias veredas, es que si quisiesen ir al baño a lo que fuese, aguas menores o mayores, no podrían porque no hay, no están visibles, están escondidos, sirven para "una emergencia". Chocolate por la noticia, claro que es una emergencia. El baño privado es privado y si te lo presto es a regañadientes. Mejor no te lo presto. Lo vas a ensuciar.
La construcción de los baños semipúblicos es otra cuestión de difícil acceso (esto es literal) La casa se reserva el derecho de admisión dice el viejo cartel de los boliches. Para el baño está claro: uso exclusivo de los clientes. Pagás y tenés baño. Tu necesidad no importa, importa la consumición. Lo privado manda sobre lo público. Y la construcción un punto donde la vigilancia del Estado es insuficiente o venal. Verdaderas cárceles de tortura ciudadana y momentánea, tortura al paso, tortura express. Los baños de los bares, la mayoría, tienen el tamaño de una celda de castigo. En algunos sitios están a diferente altura (está prohibido, tengo pruebas) y en otros solo se llega mediante el uso de un ascensor, uno solo (mas pruebas). En otros un cartel anuncia que se debe pedir papel higiénico en el mostrador. En otros la llave en el mostrador. Verdaderas oficinas migratorias no dejan entrar al país del alivio a quien no quieren y sólo la confesión de las ganas habilitaría el paso. Nada de esto es legal. Señores restaurantes y sitios de ostentación ciudadana con baños de escasos azulejos (obligación hasta cierta altura) y el milagro de las naftalinas como vacunas anti promiscuidad. Conozco gente a quienes se les ha caído el recipiente entero del papel, ese que va adosado a la pared. Contusiones leves, pero muy molestas. Hay baños sin percha y otros sin jabón, sin llaves en las puertas, sin control de aseo desde el último carnaval. Hay baños de lisiados donde los lisiados no podrían entrar sin esfuerzo y capacidad de supervivencia.
Es el Estado quien debe conducir, corregir, encauzar lo privado. La mayoría de los baños de la ciudad son graciosas concesiones, muestras gratis de un Estado neoliberal sin colitis. El ejemplo mas claro del fin del Estado de bienestar.
(Publicado en diario La Capital, 11 de diciembre de 2013)
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