Google+ Raúl Acosta: Adolescencia #AntesQueMeOlvide

jueves, 19 de julio de 2018

Adolescencia #AntesQueMeOlvide

Publicado en el diario La Capital el 19 de Julio


“…Período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud…. (femenina, del latin adolescentia)” Si nos manejamos por el diccionario de la Real Academia Española (RAE) eso es todo.
En aquellos años, caminito de ida en este valle tuvimos, compartimos, padecimos, observamos en los demás y cruzamos sin entender muy bien qué pasaba, por la adolescencia. Algunos, estoy incluído, al comenzar estudios superiores muy jóvenes, no llegamos a entender qué pasaba y deambulábamos entre exámenes y suspiros mal habidos. La adolescencia es un tiempo que tiene existencia ideal y concurso real. No me corresponde el análisis siquiátrico, solo la observancia periodística. 
Entre las cuestiones de irascibilidad, comportamiento errático, repentinos ataques furiosos a la nada y caprichos y llantos la frase era una: “ está creciendo”. La siguiente frase cerraba la historia. “Cuando sea mas grande se le pasará”. 
Una casa con un adolescente era una casa que un día estaba bien y de repente no. Agravaba el problema que, en aquellos años, aún no eran tan condenados, léase bien, aún no eran tan condenados los castigos corporales, de modo que en algunos casos la situación se agravaba porque, ante el desconocimiento del fenómeno (adolecer) los padres pegaban el bofetón o peor. 
En el caso de las mujeres una cuestión absolutamente general y definitivamente especial aumentaba el cuadro: “ le vino”. La primera menstruación tenía lo suyo y las familias debían componerse para decirlo sin decirlo, aceptar el crecimiento y que la naturaleza había decidido algo que no se quiere entender: ya podía engendrar. Ya podía. 
Son tan extrañas estas cuestiones absolutamente generales y obvias que aún hoy nadie maneja claramente este asunto. Un asunto que njo se puede esquivar. Las publicidades, tanto de toallas como de calmantes, definen el grupo a quien dirigen el mensaje. En rigor la publicidad, el mercado, el comercio solo entiende de eso, de quienes pueden consumir un producto y allí dirigen el mensaje. Adolecer no es el problema de la compraventa. Necesitan toallitas higiénicas y estas son las mejores. Punto. 
Vivíamos de un modo diferente, porque aún las sociedades estaban mas compartimentadas y las leyes familiares, casi todas importadas con las diferentes corrientes migratorias, hacían de cada casa una pequeña patria de origen con sus costumbres y sus mandatos. 
Pequeñas patrias diferentes puertas adentro. El ejemplo que puede ilustrar este concepto es la familia siciliana y sus leyes, de las que tanto se ha ocupado el cine. Todas las tribus, de eso se trata, se ocupan de sus crías de un modo que es particular a cada tribu y deberíamos pensar si, abandonados en las ciudades, con costumbres que no entienden y sin referencias de familias que ya no estaban cerradas, esas crías, aquellos adolescentes no eran náufragos en una sociedad que marchaba hacia algún puerto. Alguno. Si se me permite: un incierto puerto del porvenir. 
El llanto fácil, el deseo de desaparecer, la impotencia por no poder resolver ese “que me pasa”, “no se que me pasa” era parte de aquellas adolescencias que acompañábamos esperando, compartiendo el enojo, la furia, el llanto, el silencio, la desaparición con una frase: “ ya se le va a pasar”. 
Nunca pasa la adolescencia. Nunca. Es un buen o un mal fantasma que está a la vuelta de cualquier discusión, diferencia. Una adolescencia mal curada llena la adultez de caprichos, incomprensiones, desubicaciones, miedos, envidias, incapacidad para entender al otro y saber que acaso le pasa lo mismo que le pasó a uno y que ayudar es muy necesario. 
Leo y re leo las disquisiciones sobre ése período tan particular de la vida aquella que vivimos, que supongo diferente a esta, tan llena de objetos universales, informaciones  mundanas que se suman y dan globalizaciones que no imaginábamos y crece una duda.
Aquellas adolescencias mal curadas dieron un país donde eso, la enfermedad del no ser niños ni ser hombres y mujeres, sino un paso intermedio que nadie atiende, nadie explica, nadie valora, nadie mensura en su verdadera dimensión, no es el medio justo de los líos que tenemos como sociedad, una tribu que no se sabe de qué tierra viene y a que tierra va y que no ha dejado de ser adolescente, con lo que eso duele.

1 comentario :

  1. Hace poco descubrí "La vereda de enfrente" y ahora tu blog. Y ya soy asiduo. Muy bueno el artículo, y es cierto, todo lo que nos quedó no resuelto en la adolescencia revolotea y revolotea en la vida adulta.
    Saludos!!!

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